26.10 Žižek, Marx, Freud y la fantasía ideológica – Versión de Mariana Huerta

Bitácora de la sesión del 26 de octubre de 2012
Versión de Mariana Huerta Vázquez

Antes de iniciar la exposición se plantearon diferentes puntos respecto a las preguntas de algunos compañeros. Se planteó el tema de pensamiento como contenido y a la forma de pensamiento como algo «superficial», pero en alguna medida la forma va a determinar el contenido. La abstracción estructura los contenidos del pensamiento. Otro punto que se desarrolló fue la breve definición de solipsista: alguien que no tiene forma de comunicarse con los otros, no intercambia ideas; el solipsista práctico resulta una contradicción ya que intercambia mercancías, pero no ideas, no se relaciona con los otros; como pensar algo y hacer otra cosa. El último punto fue la explicación de enajenación e identidad. Enajenar significa estar fuera de sí. El ejemplo que se dio fue:  A se ve en B; identidad en cambio se ve como A en A .Se mencionó que la enajenación y la identidad están relacionadas y que para tener una perfecta identidad, se necesita una equivalencia entre el universo simbólico y el universo real, pero esta confusión implicaría estar loco.

El profesor dividió la clase en tres puntos :
  • La homología entre Freud y Marx
  • Fetichismo de la mercancía
  • Fantasía ideológica

Freud investiga los sueños, para poder realizar una interpretación más clara y con fundamentos. Lo inconsciente rige en la vida consciente, todo sueño es la realización de un deseo. La interpretación de los sueños de Freud se divide en tres partes:
  1. Contenido manifiesto: El recuerdo del sueño
  2. Contenido latente: Las referencias ocultas en el contenido manifiesto
  3. Deseo inconsciente: El deseo detrás del sueño

El deseo inconsciente hace referencia al contenido latente y este al contenido manifiesto. Aquí se presenta la estructura del contenido manifiesto y se llama «trabajo del sueño». Freud intenta demostrar su teoría del sueño con dos puntos:
  1. Mostrar que el sueño no es un sinsentido.
  2. El sentido oculto del sueño radica en lo manifiesto, ya que su «verdad» se encuentra en el modo en que el deseo inconsciente estructura el contenido latente en el manifiesto.

Marx, por su parte, dice que la mercancía tiene un valor que no es azaroso. El profesor mencionó que la mercancía tiene dos valores: el valor de uso y el valor de cambio. Se pueden intercambiar dos objetos distintos por su distinto valor de uso y se puso como ejemplo el intercambio entre arroz y unos zapatos. Entonces surgió la pregunta por el valor, esto es, cómo saber qué objeto vale más que otro. El valor de cambio de un objeto está en función del «valor», mayor o menor, que responde al trabajo (socialmente necesario) que se invierte en dicho objeto. Un ejemplo de esto es el oro y la plata: sabemos que el oro vale más que la plata porque para extraer oro se necesita un mayor trabajo. Entonces se estableció un equivalente universal, llamado dinero. Marx sugiere que debemos tomar en cuenta dos puntos muy importantes cuando se habla del valor de los objetos, análogos al procedimiento de Freud:
  1. No cosificar las cosas, sino ver el trabajo detrás de la mercancía.
  2. El problema que se plantea es por qué una mercancía es tratada como una cosa, si «se sabe» que no lo es.

La homología nos permite descubrir que nos relacionamos con las cosas como si fueran simplemente cosas, como si no fueran el producto de un trabajo, como si fueran productos espontáneos, a pesar de que «sabemos» que no hay algo mágico en ellas (como, por ejemplo, en el dinero).

Síntoma es el desequilibrio del universal; un ejemplo es la libertad vista desde diferentes ámbitos, uno el del burgués y otro el del esclavo. La libertad burguesa es superior a la de un esclavo porque, plantea el autor, la «máxima» libertad es venderse a sí mismo como mercancía. El capitalismo dio inicio con la libertad burguesa. Para entender esto, el profesor dio el ejemplo de tres mercancías: la mercancía número uno se puede entender como el dinero del individuo burgués; la mercancía número dos se refiere a la mano de obra que el dinero paga, y la mercancía número tres como el producto final. Aquí es donde surge la plusvalía o plusvalor: el burgués compra determinadas mercancías (materias primas y mano de obra), pero la mano de obra se paga por debajo del valor del producto final. Así, el burgués invierte en mano de obra barata y gana en la mercancía. El trabajo no remunerado al obrero beneficia al burgués, que no trabajó pero ahora es dueño de la mercancía.

Tratamos a las cosas como cosas y no como trabajo, pues no nos damos cuenta de que son producto de una organización social. No vemos a A como equivalente de B, sino vemos a B como independendiente. Ejemplo: un rey es rey porque «creemos» que es rey y lo tratamos como tal. Pero el problema es que  pensamos que el rey es rey con independencia de lo que creamos, al igual que el dinero. Esto es fetichizar, tratar al producto como algo independiente de la sociedad. En la etapa feudal el fetiche se encontraba en las personas, mientras que las cosas provenían de la «economía natural», mientras que en el capitalismo esta situación se invirtió al fetichizar las cosas (mercancías) y desfetichizar (aparentemente) las relaciones humanas.

El autor critica la postura cínica de quienes se piensa más inteligentes que los más inteligentes: saber lo que se hace y sin embargo hacerlo, algo así, como ser inmorales en la moralidad. El problema en este análisis «cínico» es que no se distingue la fantasía ideológica.

Žižek se pregunta dónde radica la ilusión, si en el hacer o en el decir, es decir, si la gente no sabe lo que hace, o la gente sabe lo que hace y sin embargo lo hace. Por ejemplo el dinero: sabemos que no hay nada mágico en él pero nos comportamos como si hubiera algo mágico. Se trata de una cosa vista desde dos formas diferentes, o sea, se manifiesta lo que creemos. Creemos antes de creer, como el hecho de poner una veladora, pensando que esta es un rezo o plegaria. Las cosas creen por mí. El ejemplo más claro, es el del hombre que se encuentra en un manicomio por creer que es un grano de maíz, después ,se convence a sí mismo de que es un humano y lo dejan en libertad. Poco tiempo después de haber salido, regresa asustado al manicomio. Le preguntan «–¿por qué has regresado?» y él dice «–En el camino encontré a una gallina». «–Pero tu sabes que eres un humano.» «–Sí, pero ¿la gallina lo sabe?».

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