Resumen. Mannheim, Ideología y utopía, I – Versión de Miguelangel Círigo

Karl Mannheim, Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, México, FCE, 2004, capítulo 1, pp. 33-88.
Resumen y síntesis de Miguelangel Cirigo García

Síntesis

En este texto Mannheim explica la sociología del conocimiento planteando sus antecedentes, a continuación desarrolla la explicación mecánica y la explicación genética de la misma sociología del conocimiento y finaliza el capítulo marcando la problemática relación entre la ciencia y la política y la consecuencia de esta relación.

Resumen

El propósito de estos estudios es ver cómo funciona el pensamiento en la vida pública y en la política, como instrumento de acción colectiva. El método que se trata de exponer es el de la sociología del conocimiento. La tesis principal de la sociología del conocimiento es que existen formas de pensamiento que no se pueden comprender debidamente mientras permanezcan oscuros sus orígenes sociales. Es evidente que sólo el individuo puede pensar, por lo tanto no existe una entidad metafísica como un espíritu de grupo. Sin embargo, sería un error deducir de esto que todas las ideas y sentimientos que sirven de motivos a un individuo tienen origen en él mismo.

La sociología del conocimiento se esfuerza en captar el pensamiento dentro del marco de una situación históricosocial del cual emerge el pensamiento individual. La segunda característica de este método es que no separa los modos de pensamiento que tienen una existencia concreta de la trama de la acción colectiva. Una de las nociones fundamentales de la sociología del conocimiento es que el proceso mediante el cual los motivos colectivos inconscientes que se vuelven conscientes no pueden desenvolverse en cualquier época.

Las dos formas de la movilidad social, la horizontal y la vertical muestran la multiplicidad de los estilos del pensar. La movilidad horizontal (movilidad de una capa a otra, o de un país a otro, sin cambio de la estructura social) nos muestra que pueblos diferentes piensan en formas distintas. Sin embargo, mientras las tradiciones del grupo nacional y local permanecen intactas, el individuo sigue tan apegado a su acostumbrado modo de pensar que la forma en que piensan otros grupos les parecen meras curiosidades, errores, ambigüedades o herejías. Solo cuando a la movilidad horizontal se le añade una intensa movilidad vertical, esto es, un rápido movimiento entre diferentes capas en el sentido de descenso y ascenso social, vacila la creencia en la eterna y general validez de las propias formas de pensar. La movilidad vertical es factor decisivo para que las personas se vuelvan escépticas y experimenten incertidumbre respecto a su propia idea del mundo.

En toda sociedad existen grupos sociales cuya tarea especial consiste en promover a esa sociedad de una interpretación del mundo. Se les puede llamar intelectuales. Esa capa intelectual, organizada como casta y que monopoliza el derecho a predicar, enseñar e interpretar el mundo, está condicionada por la fuerza de dos factores sociales. Su pensamiento tiende a ser más “escolástico” a medida que esa capa se convierte en el exponente de una colectividad completamente organizada. La segunda característica de este tipo monopolizado de pensamiento es que se halla relativamente alejada de los conflictos de la vida cotidiana: por tanto es también “escolástico” en este sentido, es decir, académico y sin vida. Por lo que surgió una inteligencia libre cuya principal característica es que se recluta, constantemente para conquistar el favor de varios grupos. En este proceso desaparece la ilusión del intelectual de que existe un único modo de pensar.

Toda la especulación epistemológica se orienta entre los polos del sujeto y del objeto que en cierto modo suponen dogmáticamente como algo familiar a todos, y con esta base explica la posición del sujeto en ese orden del mundo y deriva su poder cognoscitivo; o bien toma como punto de partida al sujeto, condenado como el dato inmediato e indudable. Todos estos intentos presuponen la idea más o menos explícita de que el sujeto nos es más inmediatamente asequible que el objeto.

Se hizo evidente que se podría decir mucho más sobre la forma en que la estructura del sujeto influye en su concepción del mundo si se echaba mano de la psicología en general y de la historia intelectual, que no valiéndose del puro análisis especulativo de los resultados obtenidos por un sujeto trascendente.

La teoría mecanicista y funcional es sumamente valiosa como una corriente de la investigación psicológica. Sin embargo fracasa cuando se coloca en la urdimbre total de la experiencia de la vida, porque nada nos dice respecto a la finalidad llena de sentido de la conducta por referencia a aquella. El modo de pensar mecanicista sirve tan sólo mientras la finalidad o el valor proceden de otra fuente y se trata nada más de estudiar los “medios”. Además, desde un punto de vista meramente funcional, la génesis de nuestros sentidos de las cosas falsas o verdaderas, desempeñan un papel indispensable, el de socializar los acontecimientos para un grupo. Pertenecemos a un grupo no solo porque nacemos en él o porque confesamos formar parte de él, sino porque protestamos serle fieles y acatar sus mandamientos, sino principalmente porque vemos y conocemos el mundo de la misma forma.

El método psicogenético no le interesan las relaciones abstractas y formales, sino, más bien los sentidos, cuya motivación podemos captar por simpatía o el complejo de una conducta llena de sentido, que puede ser entendida en virtud de su estructura de motivos o de su contexto de experiencia. La aportación más importante del método psicogenético es que logró destruir la anterior concepción mecánica que estudiaba las normas y los valores culturales como objetos materiales. La limitación más importante de este método consiste en la indicación de que todo sentido debe comprenderse a la luz de la génesis, en la mayoría de los casos se ha buscado la génesis de un sentido dentro de la trama individual de experiencia por lo que no basta estudiar la historia meramente individual de una vida y analizarla.

La epistemología clásica tiene una deformación inconsciente en su caracterización de la génesis del proceso cognoscitivo, estriba en que procede como si el conocimiento naciera de un acto de contemplación meramente teórica.
La aparición del problema de la multiplicidad de los estilos de pensamiento que han surgido en el curso del desarrollo científico y la perceptibilidad de los motivos de lo inconsciente colectivo, hasta ahora ocultos, en solo uno de los aspectos que ponen de manifiesto la rebeldía intelectual que caracterizan nuestra época. La vida considerada como un equilibrio interior que es preciso volver a reconquistar siempre: he aquí el elemento esencialmente nuevo que el hombre moderno al nivel de la individualización, debe elaborar para sí mismo. La mezcla entre la política y el pensamiento científico fue que toda clase de política, por lo menos en aquella forma en que se presentaba a sí misma para su aceptación fue recibiendo poco a poco un tinte científico y que cualquier tipo de actitud científica recibía a su vez cierto matiz político.

Tal amalgama tuvo efectos negativos a lado de otros positivos. Facilitó a tal punto la difusión de las ideas científicas que capas sociales cada vez más extensas tuvieron que buscar en toda su existencia política justificaciones teóricas de su posición. También pudo aprehender la realidad en forma concreta. El principal inconveniente radica en que el conocimiento tiene que conservar siempre su carácter experimental, si quiere seguir dando cuenta de nuevas series de fenómenos. El pensamiento dominado por una actitud política no puede reajustarse continuamente a nuevas experiencias.

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