Resumen. Mannheim, Ideología y utopía, II – Versión de Ixchel Uribe

Karl Mannheim, Ideología y utopía. Introducción a la sociología del pensamiento. México, FCE, 2004, cap. II, pp. 89-143.
Resumen y síntesis de Ixchel Uribe Alcántara

Síntesis

En su segundo capítulo de Ideología y utopía, Mannheim establece, primero, la distinción entre ideología particular y total, y, luego, menciona sus características, diferencias, así como el origen histórico de cada una de ellas en donde estas se relacionan. Asimismo señala cómo el marxismo se ha tomado como origen de la ideología y que generalmente se ha olvidado que su origen es anterior a él. Por otra parte, habla de la desconfianza como punto de partida para pasar de la ideología particular a la ideología total. Plantea el problema para determinar qué es lo real, el cual surge del vínculo entre la ideología y la política. Mannheim pone de manifiesto que en la teoría general del concepto total de ideología –sociología del conocimiento– las armas intelectuales se convierten en un método de investigación para la historia social e intelectual, en donde surge un nuevo concepto de ideología, el cual puede analizarse desde un criterio no valorativo que da lugar al relativismo o relacionismo. Finalmente explica cuáles son los dogmas del conocimiento empírico y la filosofía.

Resumen

La ideología se ha relacionado con el marxismo pero su origen va más allá de él. El marxismo sólo contribuyó al planteamiento del problema de la Ideología. La ideología tiene dos sentidos: particular y total. El sentido particular se relaciona con el escepticismo sobre las ideas y representaciones del otro, son como disfraces más o menos conscientes de la verdadera naturaleza de la situación. En este sentido, se distinguen las mentiras conscientes o semiconscientes y las involuntarias disimulaciones donde hay un engaño al otro o a uno mismo. El sentido total atiende a la ideología presente en determinada época histórica en un grupo concreto.

Ambos sentidos poseen elementos comunes, tal es el caso de la desconfianza de las ideas del adversario. Existe un alejamiento del sujeto para poder comprenderlo por medio del análisis de las condiciones sociales. Las ideas son funciones de la existencia, que deben ser interpretadas de acuerdo con la situación de vida de quien las expresa, pues esta influye en la manera en que piensa el sujeto. Las diferencias que existen entre el sentido particular y total de la ideología consisten en:
  • El sentido particular de la ideología, considera a las afirmaciones del otro como ideología.
  • El análisis de las ideas se realiza a partir de un criterio psicológico. Los criterios de validez posibilitan la refutación de los errores y mentiras del adversario. El sentido particular de la ideología se aplica a la psicología de los intereses, como resultado de la mentira o el engaño.
  • El punto de referencia es el individuo. En este sentido no puede conocerse el mundo mental de un grupo integrando experiencias individuales, ya que cada una de ellas sólo representan un fragmento del sistema de pensamientos. El pensamiento del adversario está definido por sus intereses, los cuales reflejan aspectos psicocolectivos.
  • El sentido total de la ideología, pone en duda toda la concepción del mundo del otro, es deicr, trata de comprender esas concepciones como resultado de la vida colectiva. El mundo intelectual de una época histórica determinada es distinto al que vivimos, por ello no se pueden establecer categorías comunes, sino que cada sistema de pensamiento es distinto.

En el análisis teórico de las afirmaciones interviene lo noológico, para comprender cómo se piensa a partir de las funciones vitales del pensador. Se lleva a cabo un análisis funcional. Una descripción objetiva de las diferencias entre las estructuras mentales que hay en una sociedad,  estableciendo una correspondencia entre una situación social y la perspectiva sobre esta. Hay un intento por reconstruir la visión de un grupo social, reconstruyendo la base teórica sistemática que está en los juicios de cada individuo.

Por otro lado, ambos sentidos de la ideología tienen diferentes orígenes históricos, pero estos se encuentran mezclados. Un precursor de la noción de la ideología es la desconfianza: cuando es reconocida explícita y metodológicamente puede haber distintas ideologías en diversas opiniones ajenas, en donde el individuo no es responsable totalmente de los errores en sus ideas. Cuando se intenta descubrir el origen de la falta de veracidad en el ámbito social, es que puede comenzar a existir una interpretación ideológica.

Las ideas del otro son ideología cuando se perciben sin fundamento, cuando no tienen ninguna función en el sistema social de donde surge. El sentido particular de la ideología es considerado como un fenómeno intermedio entre la mentira y el error –resultado de la mentira, de la deformación de conceptos–. El engaño no es deliberado.

La teoría de los idola de Bacon es considerada precursora del concepto moderno de la ideología. Los ídolos son como fantasmas: los ídolos son de la tribu, la caverna, el mercado, el teatro; y pueden sumarse la sociedad y la tradición. Representan un obstáculo para acceder a un verdadero conocimiento, pues según Bacon, limitan el espíritu humano e impiden que la ciencia se instaure en él.

La política dio la oportunidad de realizar un juicio crítico sobre el elemento ideológico en el pensamiento. Al respecto, Maquiavelo relacionó las variaciones de las opiniones de los hombres y las variaciones en sus intereses para encontrar una cura al engaño. Con la época de las Luces surge la psicología de los intereses. Hume manifiesta que el hombre tiene una tendencia innata a engañar y fingir. Hay un aspecto positivo al tratar de llegar al fondo de una afirmación: desenmascarar.

Los sentidos de la ideología particular y total  se encuentran relacionados entre sí, pues actúan las mismas fuerzas históricas sobre ellos. Solamente en la presencia de un movimiento social es que se hace latente la posibilidad de aniquilar las creencias específicas del otro, sus cimientos intelectuales, a través de una representación del mundo diferente entre los adversarios: es entonces cuando se puede hablar de destruir una unidad intelectual. Para lograrlo, la desconfianza debe sistematizarse para que transite del sentido particular de la ideología desde el punto de vista psicológico al plano epistemológico y noológico. La desconfianza  que da lugar al concepto de ideología y a las tendencias de pensamiento encaminadas hacia la misma dirección, se sintetizan en el concepto total de ideología. La filosofía considerada como apartada de la realidad trata de interpretar el devenir, en el mundo contemporáneo.

El concepto total de ideología desde un punto de  vista noológico y ontológico se encuentra formado por tres pasos:
  1. En primer lugar el desarrollo de la filosofía de la conciencia, con una unidad de elementos coherentes. El sujeto en su experiencia con el mundo establece los principios  de organización para comprenderlo. Se sustituye la unidad objetiva y ontológica –cristiana y medieval- por la unidad subjetiva del sujeto absoluto –época de las Luces-, la conciencia en sí. La actividad mental define la representación del mundo que da lugar al concepto total de ideología pero, sin el elemento sociológico. El mundo es una unidad estructural. El sujeto no es un individuo concreto sino una ficción de la conciencia en sí. En este paso se debe olvidar el dogma de ver al mundo como algo que existe independientemente de nosotros.
  2. En segundo lugar, se debe considerar la noción total de ideología en su perspectiva histórica, el mundo como unidad de constante transformación y restauración se concibe a través del sujeto cognoscente. La época de las Luces considera en conjunto al sujeto, quien es portador de conciencia, como una entidad abstracta y supratemporal (conciencia en sí). Con el surgimiento del «Volksgeist» (espíritu del pueblo) se representan elementos históricamente diferentes de la conciencia, haciéndose  presente un sentimiento popular y de nacionalidad.
  3. El tercer paso consiste en un proceso histórico social, pues la clase sustituye al pueblo. La clase es portadora de conciencia en estado evolutivo. La estructura social, las formas intelectuales son variantes de las relaciones entre clases diferentes.

Las ideas se van sustituyendo unas a otras con el tiempo y su desarrollo tiene dos vertientes:
  • Proceso de sintetización e integración, la conciencia que da un centro unitario al mundo lleno de variables;
  • El intento para que este centro unitario sea más flexible, provocando que el concepto de conciencia varíe de acuerdo a momentos históricos, naciones y clases sociales, es decir, que la conciencia adquiere un carácter dinámico, del cual se desprenden dos consecuencias:
    • Los asuntos humanos son incomprensibles si se aíslan, ya que deben comprenderse de acuerdo al sentido que tengan y de su relación con otros sentidos. La unidad y la interdependencia de los sentidos, constituye la base de la interpretación de un período histórico.
    • La reinterpretación de los cambios de sentido de un período histórico constituye el tema principal de las modernas ciencias históricas.

Lo anterior demuestra que ambos sentidos de la ideología (particular y total), en su propio desarrollo histórico, están acompañados del otro y en algún momento se van mezclando.

Surge la interrogante de saber cuál es el origen de la conciencia falsa y deformada. La sospecha de una consciencia falsa al igual que la mentira es de origen religioso, porque se plantea como problema cuando la visión del profeta se pone en duda por el mismo profeta. Antes, para hacer valer esta sospecha, bastaba sólo con afirmar que existe una conciencia falsa pero, con el paso del tiempo no basta la afirmación, debe existir un método analítico.

El problema deja de ser religioso para distinguir la diferencia entre verdad y falsedad de un concepto en el cual intervienen los valores. La historia del pensamiento no se encuentra solamente en los libros, sino también en la vida cotidiana y en las valoraciones que surgen de ella. El concepto moderno de ideología con un sentido peyorativo surge con Napoleón cuando, al darse cuenta de que los filósofos trataban de fundamentar a la ciencia, psicología y antropología, oponiéndose a sus ambiciones, los llamó ideólogos. Ese sentido peyorativo desprecia la validez del pensamiento del adversario pues se le considera alejado de la realidad y de la práctica. Por ello, cualquier pensamiento que sea considerado como «ideología» es frívolo. Sólo se puede acceder a la realidad con la práctica pues no se considera al pensamiento capaz de comprenderla.

La ideología y la política tienen un vínculo que trae consigo un problema difícil de determinar: ¿qué es lo real? Antes, lo religioso y lo divino distinguían lo cierto y lo real, pero ahora esta diferencia la realiza la ontología, derivada de la experiencia política. Napoleón usó la ideología para calificar a sus adversarios para poder desenmascararlos, manifestando el carácter ideológico de su pensamiento. La ideología se convierte en un arma que no puede pertenecer a una sola clase sino que se expande, haciendo posible que otros la usen.

El proletariado parecía el único que podía llevar a cabo un análisis ideológico y mostrar las motivaciones ocultas del adversario; olvidando poco a poco que el origen del concepto de ideología es anterior al marxismo. La teoría marxista pudo fusionar ambos sentidos de la ideología y la conciencia falsa adquirió un nuevo significado. Poco a poco el marxismo dejó de tener en sus manos el análisis ideológico  y comenzó a ser usado por otras corrientes incluso contrarias a él.

El proceso mediante el cual se generaliza el método ideológico debe observarse empíricamente: la política y los distintos partidos inmersos en ella pueden analizar las ideas de sus contrarios a partir de la ideología. Todos los elementos significantes cambian cualitativamente dando origen a un nuevo sentido de la ideología. Los problemas sobre realidad y falsa conciencia adquieren un sentido diferente.

Surge una tendencia a realizar un análisis sociológico de la estructura total de la conciencia, de la estructura mental, pero que por sí mismo solamente puede dar origen a la formulación de una teoría que, a diferencia de la forma general del concepto total de ideología, se considera más efectiva cuando somete al análisis ideológico todos los puntos de vista.

Todas las posiciones intelectuales cambian a través del tiempo. Al surgir una teoría general del concepto total de la ideología se transforma en sociología del conocimiento y lo que antes eran las armas intelectuales, se convierten en un método de investigación para la historia social e intelectual. Las ideas tienen un vínculo con la situación a partir de la cual se originan, en la medida en que el pensamiento de un grupo se determina por sus condiciones de vida. La historia sociológica del pensamiento tiene por objetivo analizar los factores de la situación social real que influyen y determinan el pensamiento. A partir de este momento el concepto de ideología adquiere un nuevo significado, del que surgen dos alternativas:
  • Encontrar una correlación entre el pensamiento o punto de vista y la situación social, en donde no puede entrar en juego el desenmascaramiento de las concepciones de nuestro contrario. No puede intervenir el elemento valorativo, es decir, no se pueden exponer las ideas ajenas frente a las propias como algo absoluto e infalible.
  • Combinar el análisis no valorativo con la epistemología puede dar lugar a dos resultados: el relacionismo y el relativismo.
    • El relativismo se encuentra ligado a la situación del pensador en la vida, combinándolo con la teoría antigua que no contempla la relación entre las condiciones de existencia y de pensar, sino que se basa en elementos estáticos y no acepta ningún conocimiento basado en elementos subjetivos ni la posición social del sujeto cognoscente. Para emanciparse del relativismo, se necesita de la sociología del conocimiento.
    • El relacionismo tiene como hipótesis la existencia de diversas esferas de pensamiento de las que es imposible obtener una verdad absoluta separada de los valores y de la relación del sujeto con la situación social. El reconocer que todo conocimiento histórico se puede formular por medio de la posición que tenga el pensador, implica hacer la distinción entre lo cierto y lo falso.

La investigación ideológica desde una concepción general y total de la ideología posee dos formas para acercarse a ella:
  • Con el método que no realiza juicios de valor.
  • El método normativo orientado epistemológica y metafísicamente.

El método no valorativo debe encontrarse en las investigaciones históricas que no contienen juicios sobre la verdad de las ideas de las que se habla; solamente descubre relaciones entre las estructuras mentales y las situaciones de vida. El elemento ideológico se encuentra vinculado a situaciones de vida del pensador, pues estas lo determinan e influyen en sus ideas. El estudio de la ideología debe comprender el punto de vista de cada individuo relacionado con sus posiciones sociales.

La diferencia entre contenido y formas de conducta en el método socio-histórico implica la dificultad para presentar valores contemporáneos como absolutos, pues varían de acuerdo a la época histórica y a la cultura. El modo de pensar al igual que las palabras y el sentido que estas adquieren son determinados por la época. Las palabras reflejan una realidad colectiva, muestran un vínculo entre lo histórico y el presente, son un medio común para el entendimiento que elimina las diferencias individuales de sentido; sin embargo, pueden ser usadas también para resaltar estas diferencias.

La concepción no valoradora de la ideología, al realizar una investigación histórica, no necesita establecer qué es la verdad, sino descubrir una verdad aproximada o elementos para llegar a la verdad. Existe un cambio a partir del cual se reconoce la existencia de diferentes puntos de vista que corresponden a distintas situaciones sociales: la manera en la que se concibe el mundo se vuelve así dinámica.

El punto de vista no valorativo se vuelve un arma contra posiciones intelectuales, cuando se realiza una investigación empírica se comprende con mayor facilidad el procedimiento empírico, si se desarrolla sobre la base de juicios metaempíricos, ontológicos y metafísicos. En la investigación histórica inicia un proceso de transición del criterio no valorativo al valorativo pero, aún así prevalece el criterio no valorativo. Se pueden obtener dos alternativas: la primera deja de lado todo lo temporal, lo social, mitos, el sentido y las interpretaciones que se generan a partir de un acontecimiento histórico. La segunda puede dar lugar a una investigación sociológica e histórica, en donde los cambios que ocurren en la relación entre los acontecimientos y las ideas están sujetos a una regulación necesaria.

Los  factores que modelan la realidad histórica determinan el destino del hombre. Para comprender verdaderamente no se debe dejar de lado la realidad histórica. Los valores y las normas en determinado período no son absolutos, están determinados históricamente por lo que son modificables y a partir de ellos se trata de distinguir entre lo que es cierto y lo que no en las formas de pensamiento.

La conciencia falsa no permite una comprensión de la realidad, que es resultado de constante reorganización de los procesos mentales del mundo. La conciencia falsa surge cuando se está en la búsqueda de la realidad en la práctica, en la política. Es falsa conciencia el tabú, el mito. Asimismo la ideología como forma de conocimiento no es adecuada para conocer la realidad. Al hablar de ideología y utopía se vuelve a plantear el problema de la realidad, pues cada grupo o clase intenta determinar qué es lo real con diversos medios. En la búsqueda de lo real, al asimilarse los distintos puntos de vista, se puede tener un conocimiento más comprehensivo del objeto.

Existen dos dogmas entre el conocimiento empírico y la filosofía. El primero está en la teoría que considera a todos los problemas metafísicos, filosóficos, etc. sin importancia, en cuanto que sólo las formas especializadas del conocimiento empírico pueden ser tomadas en cuenta y no hay lugar para la filosofía, pues desde este punto de vista, esta disciplina se preocupa únicamente de la lógica.

El segundo dogma impide tener una perspectiva del “todo”, divide a la ciencia empírica de la filosofía. La ciencia empírica proporciona soluciones indiscutibles a los problemas particulares e inmediatos. La filosofía se ocupa de las cuestiones generales y de los problemas respecto al “todo”, realizando especulaciones filosóficas más elevadas. Esta separación es un obstáculo para poder observar una situación total. Para poder dominar la situación histórica es necesaria una estructura mental  que atienda a los problemas reales y concretos, integre todos los puntos de vista, y encuentre un punto de partida axiomático para sintetizar la situación total.

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