Resumen, Mannheim, Ideología y utopía, V – Versión de Melisa Aguilar

Karl Mannheim, Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, México, FCE, 2004, capítulo V, pp. 301-349.
Síntesis y resumen de Melisa Araceli Aguilar Quevedo

Síntesis

A lo largo del capítulo V de Ideología y utopía, Karl Mannheim enfatiza el objetivo de estudio de la sociología del conocimiento –destacar el marco social que construye el conocimiento– para tratar de resolver, al mismo tiempo, cómo es que se construye la realidad socialmente. A través de múltiples ejemplos, Mannheim busca explicar que el conocimiento y el pensamiento están determinados por la época y por la sociedad y que pueden comprenderse a partir de una situación. La sociología del conocimiento reconoce que hay múltiples formas de pensar (perspectivas) que tienen iguales pretensiones de validez, pero ésta toma conciencia de que es una perspectiva más, lo cual la hace tener una perspectiva imparcial. Enuncia los rasgos que determinan el pensamiento para ofrecer al lector un criterio más amplio de lo que éste implica, asimismo describe las características de la sociología del conocimiento. También indica la relación de la epistemología con la sociología del conocimiento y propone que debe haber acuerdos básicos de lo que es lo real sin volverse un absoluto pues, en caso de hacerlo, se puede convertir en una perspectiva más. Concluye con aportes de importantes personajes que hicieron posible la aparición de esta sociología del conocimiento.

Resumen

La sociología del conocimiento se esfuerza en analizar las relaciones que existen entre el conocimiento y la existencia; en cuanto es una investigación histórico-sociológica, procura trazar las formas que ha asumido esta relación en el desarrollo intelectual del género humano. Se ha impuesto la tarea de resolver el problema de las condiciones sociales en que nace el pensamiento. Se propone deducir las conclusiones que se derivan de sus verdades más sólidas y tratan en tal forma de dominar metódicamente los problemas por resolver. La sociología del conocimiento y la teoría de la ideología están estrechamente ligadas. Se deja a la teoría de la ideología sólo las formas primitivas de lo “inexacto” y de lo insincero, en tanto que la unilateralidad de la observación se separa de esa teoría y se trata como el tema propio de la sociología del conocimiento.

La sociología del conocimiento no critica el pensamiento por el hecho de que las aseveraciones pueden entrañar engaños y disimulos, sino que las examina en un plan estructural o noológico, que no es forzosamente el mismo para todos los hombres, sino que, al contrario, hace posible que el mismo objeto asuma diferentes formas y aspectos en el curso del desarrollo social. El uso del término “ideología” en la sociología del conocimiento tiene un interés meramente especulativo y plantea el problema de cuándo y dónde las estructuras sociales se expresan en la estructura de ciertas afirmaciones, y en qué sentido las primeras determinan concretamente a las segundas. Es por esto que el autor prefiere no usar este término y habla de una “perspectiva” del pensador, entendiendo por esta expresión la forma en que el sujeto concibe las cosas, tal como las determina su marco histórico y social. Mannheim divide la teoría del conocimiento en:

A) Teoría de la determinación social del conocimiento. La sociología del conocimiento es, por una parte, teoría, y por otra, método históricosociológico de investigación. Como teoría puede desarrollarse como una investigación empírica o como una indagación epistemológica. En la primera describe y analiza la estructura de las formas en que las relaciones sociales influyen el pensamiento. Como una indagación epistemológica trata de la influencia de esta interacción sobre el problema de la validez. Estas formas están estrechamente relacionadas, sin embargo se pueden aceptar resultados empíricos sin sacar conclusiones epistemológicas. El autor presenta a la sociología del conocimiento como la teoría de la determinación social o existencial del pensamiento real.

La determinación existencial del pensamiento es posible de considerarse un hecho comprobado en aquellos ramos del pensamiento en que podemos mostrar:
  1. Que la emergencia y la cristalización del verdadero pensamiento se hallan influidas en muchos puntos decisivos por factores extra-teóricos (existenciales);
  2. Si la influencia de esos factores existenciales en el contenido concreto del conocimiento tiene una importancia algo más que periférica, si influyen en la génesis de las ideas, penetran en sus formas y en su contenido y si determinan el alcance e intensidad de nuestra “perspectiva”.

Las fuerzas vivas y las actitudes reales surgen de los propósitos colectivos de un grupo que yacen bajo el pensamiento del individuo, y de una concepción prescrita en el que este sólo participa; por lo tanto, gran parte del pensamiento y del conocimiento no pueden comprenderse si no se toma en cuenta su relación con la existencia o las implicaciones sociales de la vida humana. La génesis social e histórica de una idea carecería de importancia en cuanto a su validez última, si las condiciones sociales y temporales de su aparición no tuvieran efecto alguno sobre su contenido y su forma.

Cada época tiene su modo particular de plantear el mismo problema y su punto de vista especial, y por tanto ve el “mismo” objeto con una perspectiva nueva. La tesis según la cual el proceso historicosocial tiene un significado esencial en la mayoría de los ramos del conocimiento se funda en el hecho de que podemos ver cuándo y dónde se formó la mayor parte de las afirmaciones de los seres humanos, cuándo y dónde fueron formuladas.

“Perspectiva” significa la forma en que contemplamos un objeto, lo que percibimos de él, y cómo lo reconstruimos en nuestro pensamiento y se refiere también a los elementos cualitativos de la estructura de éste. De entre los rasgos que pueden caracterizar la perspectiva de una afirmación, y los criterios que permiten atribuirla a determinada época o situación, el autor cita sólo algunos ejemplos: La misma palabra, o el mismo concepto, en la mayor parte de los casos, significa cosas muy diferentes según lo usen personas que ocupan diferentes posiciones. En los primeros años del siglo XIX, los anticuados conservadores alemanes entendían “libertad”  como el derecho de cada Estado a vivir conforme a sus fueros o privilegios. Si pertenecían al movimiento conservador romántico y protestante daban a ese vocablo el significado de “liberad interior”. Un liberal del mismo período empleaba el mismo término para referirse a la liberación precisamente de esos privilegios que el anticuado conservador consideraba como la propia base de la libertad, era una concepción igualitaria de la libertad. El hecho de que el liberal veía sólo un aspecto del concepto y del problema, y el conservador otro, estaba estrechamente relacionado con las posiciones respectivas que ocupaba cada cual en la estructura social y política. En una palabra, aun en la formulación de los conceptos, el ángulo de visión se enfoca de acuerdo con los intereses del observador. En particular, el pensamiento se orienta según lo que espera un grupo social particular.

Es importante también la ausencia de conceptos, pues esto indica a menudo la falta de puntos de vista y de una dirección definida en la que se pueda buscar la solución de ciertos problemas vitales.  Por ejemplo, la aparición tardía del concepto “social” es una prueba del hecho de que las cuestiones que implica el concepto “social” nunca se habían planteado antes, y asimismo de que el modo definido de experiencia representado por dicho concepto no existía antes.

B) Modelo de pensamiento. Esto es, el modelo que se halla implícitamente en el espíritu de una persona cuando ésta reflexiona acerca de un objeto. Detrás de cada pregunta y respuesta, se puede descubrir implícita o explícitamente un modelo de la forma en que se puede desarrollar un pensamiento fecundo.

C) Esta característica se descubrirá al indagar cuál es el nivel de abstracción, más allá del cual determinada teoría ya no progresa, o el grado en que se pone a una formulación teórica y sistemática. El mezquino planteo que impone determinada posición y los impulsos que rigen sus concepciones tienden a obstruir la formulación general y teórica de esas concepciones y a restringir su capacidad para la abstracción. Existe una tendencia a no alejarse de la visión particular que se puede obtener inmediatamente, y a eludir la cuestión de saber si el hecho de que el pensamiento esté vinculado con la existencia no es inherente a la estructura del pensamiento humano en sí.

La manera de abordar el problema, el nivel al cual se formula el problema, el grado de abstracción y el carácter concreto al que tiene uno la esperanza de llegar, todo ello se ha vinculado de idéntico modo con la existencia social.

Por último, sería oportuno estudiar el substrato que yace bajo todos los modos de pensamiento, con sus presupuestas ontologías y sus diferenciaciones sociales. Por justificado que sea el deseo de  la moderna filosofía de establecer una “ontología básica”, es a todas luces peligroso plantear ingenuamente esos problemas sin tomar en cuenta antes los resultados que sugiere la sociología del conocimiento. En efecto, si se trata de resolver ingenuamente este problema, el resultado casi fatal será que, en vez de obtener una ontología básica, seríamos víctimas de una ontología arbitraria y fortuita, que por casualidad el proceso histórico pone a nuestra disposición.

La manera de plantear el problema es característica de la sociología del conocimiento. Hay dos tipos de discusión: entre participantes social e intelectualmente homogéneos y entre participantes social e intelectualmente heterogéneos. La sociología del conocimiento se esfuerza en suprimir la incomprensión entre adversarios, proponiéndose como objeto explícito de sus investigaciones el descubrir las fuentes de los desacuerdos parciales que dejarían pasar por alto los adversarios, pues estos se preocupan únicamente por el tema inmediato que discuten. Mientras la discusión procede de la misma base de pensamiento y dentro del mismo universo discursivo, la sociología del conocimiento resulta inútil.

La adquisición de la perspectiva es una condición previa para la sociología del conocimiento. Se puede llegar a una perspectiva independiente de los siguientes modos: a) El miembro de un grupo abandona su posición social (ascendiendo a una posición social más alta); b) la base de la existencia de todo grupo se desvía con relación a sus normas e instituciones tradicionales; c) dentro de la misma sociedad, dos modos, o más, de interpretación, entran en conflicto, y al criticarse mutuamente se vuelven recíprocamente transparentes y establecen perspectivas con referencia unos a otros. A consecuencia de esto, una perspectiva imparcial se convierte en una posibilidad para el conjunto de las diferentes posiciones, y, por último, se acepta como un modo de pensar reconocido.

El hecho de relacionar las ideas individuales con la estructura social de determinada materia históricosocial no debería confundirse con el relativismo filosófico que niega la validez de todas las normas y la existencia de un orden en el mundo. Lo que se aplica a nuestras discusiones no es el relativismo, en el sentido de arbitrariedad, sino el relacionismo. Este no niega que existan criterios de la verdad y del error en una discusión. Insiste, sin embargo, en que, por su propia índole, ciertas aseveraciones no pueden formularse de una manera absoluta, sino únicamente en términos de la perspectiva de determinada situación.

Después de describir el proceso relacional como lo concibe la sociología del conocimiento, surgirá la pregunta: ¿qué puede revelarnos acerca de la validez de una aseveración el hecho de que la relacionemos con el punto de vista de la persona que la hizo? Como respuestas el autor postula:
  1. Puede decirse que la absoluta validez de una aseveración se niega cuando su relación estructural con determinada situación social ha quedado demostrada. En este sentido, existe una corriente en la sociología del conocimiento y en la teoría de la ideología que acepta la demostración de esa especie de relación como una refutación de la aseveración del adversario, y que emplearía ese método como un medio para aniquilar la validez de todas las afirmaciones.
  2. En contraste con la anterior, se puede dar la respuesta de que la relación que la sociología establece entre determinada afirmación y la persona que la hace nada nos dice respecto de la verdad o de la falsedad de dicha afirmación, ya que la manera en que se origina una afirmación no afecta su validez.
  3. Todo análisis sociológico completo y serio del conocimiento delimita, a la vez en su contenido y en su estructura, la opinión que se trata de examinar. En otras palabras, se propone no sólo establecer la existencia de esta relación, sino al mismo tiempo determinar su alcance y la extensión de su validez. El proceso relacional tiende a convertirse en un proceso particularizador cuando no sólo relaciona la aseveración con un punto de vista, sino que al hacerlo reduce su pretensión de validez, que al principio era absoluta, a proporciones más modestas.

Las consecuencias epistemológicas de la sociología del conocimiento

Toda teoría del conocimiento está influida por la forma que asume la ciencia en determinada época y sólo ésta le puede proporcionar su concepción  acerca de la naturaleza del conocimiento. La epistemología pretende ser la base de toda ciencia, pero de hecho se halla determinada por la condición de la ciencia en cada época.

Las teorías del conocimiento científico se desarrollan de acuerdo con el trabajo empírico y aquéllas corren la misma suerte que éste. Sólo recurriendo constantemente a los procedimientos de las ciencias especiales y empíricas, los fundamentos epistemológicos podrán ser lo bastante flexibles y extensos, para que no sancionen las pretensiones de antiguas formas del conocimiento, sino que den su apoyo a nuevas formas. Las ciencias naturales han sido elegidas como el ideal al que debe aspirar todo conocimiento, ya que esta –especialmente en su aspecto cuantitativo–, se puede aislar de la perspectiva históricosocial del investigador.

La teoría del conocimiento deriva de las condiciones concretas del conocimiento en determinado período (y, por lo tanto, en determinada sociedad), no sólo su ideal de lo que debe ser el conocimiento fáctico, sino también la concepción utópica de la verdad en general. La sociología del conocimiento, en determinado momento, mediante su análisis por método particularizador, penetra también en el dominio de la epistemología, donde resuelve el posible conflicto entre las diversas epistemologías al concebir cada una de ellas como la subestructura teórica adecuada únicamente a determinada forma de conocimiento.

La epistemología no queda suplantada por la sociología del conocimiento, sino que necesitará una nueva clase de epistemología que estudie los hechos que ha puesto de manifiesto la sociología del conocimiento. La sociología del conocimiento considera el acto cognoscitivo en relación con los modelos a los cuales aspira, en su calidad existencial lo mismo que en la significativa, no como una visión de las verdades eternas, que surge de una necesidad contemplativa puramente teórica, o como una especie de participación en esas verdades, sino como un instrumento para tratar con situaciones vitales que está a disposición de una cierta especie de ser vital colocado en determinadas circunstancias.

Una de las direcciones de la epistemología acentúa el predominio de la determinación de la situación, al sostener que en el curso del progreso del conocimiento social, ese elemento no se puede desarraigar, y que, por tanto, es de esperarse que aún el punto de vista de uno mismo se halle influenciado por la posición que ocupa. La sociología del conocimiento, en virtud de sus premisas, no necesita negar la existencia o la posibilidad del pensamiento formalizado y abstracto. Sólo necesita mostrar que el pensamiento no es independiente de la “existencia”. La tarea más importante de la sociología del conocimiento consiste, ahora, en demostrar su capacidad para realizar una verdadera investigación en el campo históricosociológico. En este campo debe establecer criterios de exactitud para demostrar verdades empíricas y asegurar su control. Debe salir de la etapa en la que se empeña en intuiciones fortuitas y burdas generalidades.

La tarea básica de la investigación en la sociología del conocimiento consiste en determinar los diversos puntos de vista que gradualmente surgen en la historia del pensamiento y se hallan en continuo proceso de devenir. Las diversas proposiciones se determinan por el método de la atribución, cuya tarea puede dividirse en dos planos: la «atribución de sentido» incluye los problemas generales de interpretación, reconstituye estilos íntegros de pensamiento entre los cuales parece haber afinidad con la concepción del mundo que expresan, y hace explícito el conjunto del sistema que se halla implícito en los segmentos separados del sistema de pensamiento. En los estilos de pensamiento que no forman abiertamente parte de un sistema cerrado, descubre la unidad subyacente de una concepción. Por su parte, la «atribución fáctica»  actúa suponiendo que los tipos ideales construidos por medio del proceso antes descrito son hipótesis indispensables para la investigación. Al tomar en cuenta constantemente los diversos tipos de conocimiento, la sociología del conocimiento trata de llegar a una comprensión sistemática de la relación que existe entre la vida y el pensamiento sociales.

Historia de la sociología del conocimiento

La sociología del conocimiento realmente surgió con Marx, sin embargo, en su obra, la sociología del conocimiento no se puede aún distinguir del desenmascaramiento de las ideologías, ya que para él  las capas y las clases sociales eran las portadoras de las ideologías. La otra fuente de la teoría moderna de la ideología y de la sociología del conocimiento debe buscarse en las luminosas intuiciones de Nietzsche, quien combinó observaciones concretas, en este ramo, con una teoría de los impulsos y del conocimiento que recuerda el pragmatismo.

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