Resumen. Mannheim, Idelogía y utopía, V – Versión de Lucía Luengas

Karl Mannheim, Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, México, FCE, 2004, capítulo V, pp. 301-349.
Síntesis y resumen de Lucía Luengas Pérez

Síntesis

A lo largo del capítulo V de Ideología y Utopía, Karl Mannheim expresa que la sociología del conocimiento es una de las mejores maneras de estudiar la formación del pensamiento a partir del marco histórico-social, pues justo nos hace conscientes de que nuestro pensamiento se forma a partir de la sociedad y del momento histórico en el que vivimos. La sociología del conocimiento no se asume como una ideología particular, sino como total, es decir, que nos hace conscientes de que es una perspectiva más y de que, por ende, existen otras perspectivas. Nos menciona algunos ejemplos para entender cómo es que se adquiere la conciencia de que es una perspectiva. Debe existir una relación entre epistemología y sociología del conocimiento, pero no deben considerarse las dos totalmente, porque entonces se convertirían en una perspectiva más. En el último apartado del capítulo refiere a algunos pensadores que contribuyeron a la formación de la sociología conocimiento; Marx es uno de los ilustres antecesores.

Resumen

Naturaleza y fin de la Sociología del conocimiento


La sociología del conocimiento es una de las ramas más recientes de la sociología. En cuanto es una teoría, se esfuerza en analizar las relaciones que existen entre el conocimiento y la existencia; en cuanto investigación histórico-sociológica, procura tener las formas que ha asumido está relación con el desarrollo intelectual del género humano. La sociología del conocimiento se ha impuesto la tarea de resolver el problema de las condiciones sociales en que nace el pensamiento. Al reconocer valientemente esas relaciones, al llevarlas al horizonte de la ciencia y utilizarlas como compromiso para las conclusiones de nuestra investigación, la sociología del conocimiento se propone deducir las conclusiones que se derivan de sus verdades más sólidas y tratar en tal forma de dominar metódicamente los problemas por resolver.

La sociología del conocimiento y la teoría de la ideología


La sociología del conocimiento está íntimamente ligada con la teoría de la ideología, de la que, sin embargo, es fácil distinguirla. El estudio de las ideologías se propone descubrir los engaños y los disfraces más o menos conscientes de los intereses humanos de grupo, en particular la de los partidos políticos. La sociología del conocimiento se ocupa no tanto de las deformaciones debidas a un propósito deliberado de engañar, como a las varias maneras en que se presentan los objetos del sujeto, según las diferencias del marco social. La unilateralidad de la observación, que no se debe a un propósito más o menos consciente, habrá de separar la teoría de la ideología y se tratará como el tema propio de la sociología del conocimiento.

Por eso hablamos de una concepción particular y total de la ideología. En la primera, incluimos todas aquellas afirmaciones cuya “falsedad” se debe a un engaño intencional o no, consciente o no, de uno mismo o de los demás, que se realiza en un plan psicológico y que se parece, por su estructura, a la mentira. La sociología del conocimiento, en cambio, toma como problema precisamente esa estructura mental en su totalidad, tal como se ve en diferentes corrientes de pensamiento y en ciertos grupos histórico-sociales. La sociología del conocimiento no critica el pensamiento por el hecho de que las aseveraciones pueden entrañar engaños y disimulos; hace posible que el mismo objeto asuma diferentes formas y aspectos en el curso del desarrollo social. Puesto que la sospecha y la falsificación no están incluidas en el concepto total de la ideología, el uso del término “ideología” en la sociología del conocimiento no tienen menor propósito de moral o censura.

Las divisiones de la teoría del conocimiento


Teoría de la determinación social del conocimiento


La sociología del conocimiento es, por una parte, teoría, y por otra, método histórico-sociológico de investigación. Como teoría puede asumirse en dos formas: en primer lugar, en pensamiento; y en segundo lugar, es una indagación epistemológica que trata de la influencia de esta interrelación sobre el problema de la validez.

El aspecto puramente empírico de la investigación de la determinación social del conocimiento. Según esta clasificación, y haciendo caso omiso, en cuanto es posible, de las suposiciones epistemológicas, presentaremos la sociología del conocimiento como la teoría de la determinación social o existencial del pensamiento real.

Procesos sociales que influyen en el proceso del conocimiento. Pues ahora parece perfectamente claro el hecho de que él método antiguo de la historia intelectual no reconocía la injerencia del proceso social en la esfera de lo intelectual, ya que orientaba hacia una concepción a priori. Se han hecho múltiples objeciones a ese a priori y un número cada vez mayor de casos concretos viene a demostrar que: a) el planteo del problema sólo es posible gracias a una previa experiencia real y humana; b) al hacer su elección entre una infinidad de datos, y c) las fuerzas que surgen de la experiencia viviente son muy significativas para explicar la dirección que sigue el tratamiento del problema.

Así pues, gran parte del pensamiento y del conocimiento no puede comprenderse adecuadamente mientras no se tome en cuenta su relación con la existencia o con las implicaciones sociales de la vida humana. Sería imposible establecer una lista de los múltiples procesos sociales que condicionan y moldean nuestras teorías y, por lo tanto, nos concretamos a dar unos cuantos ejemplos. Podemos considerar la competencia como un ejemplo típico en el cual procesos extrateóricos impiden el brote y desvían la orientación del desarrollo del conocimiento. La competencia rige no sólo la actividad económica por el mecanismo de la ley de la oferta y demanda, no sólo el curso de los acontecimientos políticos y sociales, sino que proporciona también el impulso motor que determina diversas interpretaciones del mundo, que, cuando se pone de manifiesto su génesis social, se revelan como las expresiones intelectuales de grupos opuestos que pugnan por conquistar el poder.

Para mencionar sólo una de las otras muchas bases posibles de existencia colectiva, de las que pueden surgir diferentes interpretaciones del mundo y diferentes formas de conocimiento, podemos indicar el papel que representan las relaciones entre generaciones que ocupan ciertas diferentes situaciones. Este factor influye en muchos casos los principios de selección, de organización y de polarización de las teorías y de puntos de vista predominantes en determinada sociedad y en determinada época.

La penetración esencial del proceso social en la “perspectiva” del pensamiento. La génesis social e histórica de una idea carecería de importancia en cuanto a su validez última, si las condiciones sociales y temporales de su aparición no tuvieran efecto alguno sobre su contenido y su forma. Si tal fuera el caso, sólo sería posible distinguir dos periodos diferentes de la historia del conocimiento humano, pues en un periodo más remoto algunas cosas eran aún desconocidas y existían ciertos errores que, gracias a conocimientos ulteriores, fue posible corregir. La historia del arte ha mostrado en forma bastante convincente que se puede poner una fecha precisa a una obra de arte, según su estilo, ya que cada forma sólo es posible en determinadas condiciones históricas y revela las características de una época. Por lo tanto, la perspectiva es algo más que una determinación meramente formal del pensamiento. En particular, el pensamiento se orienta según lo que espera un grupo social particular. Los conceptos no sólo divergen unos de otros en su contenido concreto, según las diferentes posiciones sociales, sino que, del mismo modo, las categorías básicas del pensamiento pueden diferir también.

Sólo aparece configurativa y morfológicamente aquello que estamos dispuestos a aceptar sin mayores averiguaciones, y que, fundamentalmente, no deseamos cambiar. Todo esto permite comprender hasta qué punto aun las categorías abstractas y los principios de organización que en apariencia se hallan tan apartados de las luchas políticas, tienen su origen en la naturaleza pragmática y metateórica del espíritu humano, y en lo más profundo de la psique y de lo inconsciente. Por eso, no se puede hablar aquí de un engaño consciente, esto es, de una creación de ideologías.

El otro factor que puede servir para caracterizar la perspectiva del pensamiento es el llamado modelo de pensamiento, es decir, el modelo que se halla implícitamente en el espíritu de una persona cuando ésta reflexiona acerca de un objeto. Después que se formuló la tipología de los objetos de las ciencias naturales, y que las categorías y los métodos de pensamiento derivados de esos tipos se convirtieron en modelos, se tuvo la esperanza de resolver todos los problemas en los otros campos de la existencia, incluido el social, por ese método. No todas las capas de la sociedad se orientaron al principio hacia ese modelo único del pensamiento. La nobleza terrateniente, las clases desplazadas y el campesinado no lograron que se oyera su voz durante ese período histórico.

En resumen, la manera de abordar el problema, el nivel al cual se formula tal problema, el grado de abstracción y el carácter concreto al que tiene uno la esperanza de llegar, todo ello se halla vinculado de idéntico modo con la existencia social. Las condiciones de existencia influyen no sólo en la génesis histórica de las ideas, sino que constituyen una parte esencial de los productos del pensamiento, cuya forma y contenido llevan su huella.

La manera de plantear el problema es característica de la sociología del conocimiento. Dos personas que han entablado una discusión en el mismo universo discursivo —que corresponde a las mismas condiciones histórico-sociales—, pueden y deben hacerlo en una forma completamente diferente como lo harían dos personas identificadas con posiciones sociales diferentes. Esos dos tipos de discusión, es decir, entre participantes social e intelectualmente homogéneos y entre participantes social e intelectualmente heterogéneos, no deben distinguirse claramente. No por mera casualidad la distinción entre esos dos tipos se reconoce como un problema en una época como la nuestra.

Pero, ¿cómo habrá que emprender la lucha? En cuanto se refiere a los antagonismos intelectuales, con escasas excepciones, lo harán hablando “de cosas distintas”. Cuando discuten de un tema hablan como si sus diferencias se concretan a la cuestión específica en torno de la cual se produjo su actual discrepancia. En tal forma, se pondrán de manifiesto las diversas presuposiciones implicadas en las dos perspectivas respectivas como consecuencia de dos situaciones sociales diferentes.

Adquisición de la perspectiva como condición previa para la sociología del conocimiento. Lo que, dentro de determinado grupo, se acepta como absoluto, parece al observador condicionado por la situación de grupo y se reconoce su carácter fragmentario. Este tipo de conocimiento presupone una perspectiva más desprendida e impersonal. A esta perspectiva independiente se puede llegar desde de los siguientes modos: a) el miembro de un grupo abandona su posición social (ascendiendo a una clase social más alta, por migración, etc.; b) la base de la existencia de todo grupo se desvía con relación a sus normas e instituciones tradicionales; c) dentro de la misma sociedad, dos modos, o más, de interpretación, entran en conflicto, y al criticarse mutuamente se vuelven recíprocamente transparentes y establecen perspectivas con referencia unos a otros. Ya hemos indicado que la génesis social de la sociología del conocimiento se funda ante todo sobre esta última posibilidad. El hecho de relacionar las ideas individuales con la estructura social de determinada materia histórico-social no debería confundirse con el relativismo filosófico que niega la validez de todas las normas y la existencia de un orden en el mundo. El relacionismo no niega que existan criterios de la  verdad y del error en una discusión.

Las consecuencias epistemológicas de la sociología del conocimiento. La sociología del conocimiento no se propone, por su propia índole, suplantar la investigación epistemológica y noológica, sino más bien afirmar que ha realizado ciertos descubrimientos cuya importancia rebasa la de simples hechos, que no se podrán apreciar debidamente hasta que la de simples hechos, y que no se podrán apreciar debidamente hasta que las concepciones y los prejuicios de la epistemología contemporánea hayan sido revisados. La epistemología no queda suplantada por la sociología del conocimiento, sino que necesitará una nueva clase de epistemología que estudia los hechos que ha puesto de manifiesto la sociología del conocimiento.

El papel positivo de la sociología del conocimiento


Aun cuando la epistemología es la base de todas las ciencias empíricas, sólo puede derivar sus principios de los datos proporcionados por aquellas, y advertimos, además cuán profundamente ha influido sobre la epistemología el ideal de las ciencias exactas. En verdad, si el conocimiento del tipo: 2x2=4 se sujetara a un examen, se comprobaría la exactitud de esta tesis. Es cierto para este tipo de conocimiento que su génesis no entra para nada con los resultados del pensamiento. De ahí a construir un dominio de la “verdad en sí”, por completo independiente del sujeto cognoscente, hay poco trecho.

El problema radica no en tratar de ocultar perspectivas o en disculparse por ellas, sino en indagar cómo, dadas esas perspectivas, el conocimiento y la objetividad son aún posibles. No es una fuente de error el que, en la contemplación visual de un objeto en el espacio, no podamos obtener más que una visión de perspectiva. La sociología del conocimiento considera el acto cognoscitivo en relación con los modelos a los cuales aspira, en su cualidad existencial lo mismo que en su calidad significativa, no como una visión de las verdades eternas, que surge de una necesidad contemplativa puramente teórica, o como una especie de participación de esas verdades (como lo seguía creyendo Scheler), sino como un instrumento para tratar con situaciones vitales que está a disposición de una cierta especie de ser vital colocado en determinadas circunstancias.

Problemas técnicos de la investigación histórico-sociológica en el campo de la sociología del conocimiento


La tarea más importante de la sociología del pensamiento consiste, ahora, en demostrar su capacidad para realizar una verdadera investigación en el campo histórico-sociológico. En esto puede y debe sacar provechosas enseñanzas de los métodos y resultados del procedimiento exacto de las disciplinas filológicas, y de los métodos empleados en la historia del arte, en particular en lo que se refiere a la sucesión de los estilos. Cuando se hayan establecido las estructuras y las tendencias de dos estilos de pensamiento, tendremos que emprender la tarea de su atribución sociológica. Al tomar en cuenta los diversos tipos de conocimiento, desde las primitivas impresiones intuitivas hasta la observación controlada, la sociología del conocimiento trata de de llegar a una comprensión sistemática de la relación que existe entre la vida y el pensamiento social.

Breve examen de la historia de la sociología del conocimiento


La causas más esenciales que provocaron la creación de la sociología del conocimiento han sido tratadas en las páginas anteriores. La sociología del conocimiento surgió con Marx, cuyo penetrante pensamiento llegó a la médula del problema. Sin embargo, en su obra, la sociología del conocimiento no se puede aún distinguir del desenmascaramiento de las ideologías, ya que para él las capas y las clases sociales eran las portadoras de las ideologías.

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