Resumen. Van Dijk, Ideología, 14-19 – Versión de Quiahuitl Sánchez

Teun van Dijk, Ideología, Una aproximación multidisciplinaria, Barcelona, Gedisa, 1999, capítulos 14-19, pp.133-174.
Resumen y síntesis de Quiahuitl Sánchez Segura

Síntesis

En estos capítulos, Teun van Dijk se enfoca principalmente en cómo están asociadas las ideologías con los grupos. Para que una ideología sea tal, es necesario que esté compartida por ciertos individuos que tengan las mismas creencias. No sólo se necesita esto para que se forme un grupo, sino que además debe haber continuidad en las acciones que se lleven a cabo. Los grupos pueden ser incluyentes o excluyentes; si son los primeros, tratarán de unirse contra los grupos dominantes y estarán en contra de las ideologías de los otros. Mientras que los excluyentes, que generalmente son los grupos con el poder, intentarán que los dominados no se den cuenta de las ideas que se les imponen. Principalmente, los grupos de élite, que son los que tienen los recursos o los conocimientos simbólicos se encargan de difundir las ideologías. Finalmente, estos grupos hegemónicos o de élite mantienen el poder de las ideologías mediante los medios de comunicación o las instituciones.

Resumen

CAPÍTULO 14. IDEOLOGÍA Y SOCIEDAD


Mientras que en la primera parte de este libro se ha argumentado con fuerza a favor de la incorporación de un componente cognitivo en una teoría multidisciplinaria de la ideología, no hace falta un esfuerzo similar a favor del enfoque social de la ideología. En el enfoque cognitivo, se ha enfatizado esta dimensión social: las ideologías no son solamente conjuntos de creencias, sino creencias socialmente compartidas por grupos.

En efecto, como se ha sostenido antes (capítulo 7), la conexión entre los grupos y las personas individuales como actores sociales o miembros de grupo, así como la conexión entre las cogniciones (incluyendo las ideologías) socialmente compartidas y las prácticas sociales reales de esos actores, también tiene una dimensión cognitiva importante: es sólo en sus mentes donde los actores sociales pueden combinar sus propias restricciones, únicas, personales y contextuales, sobre las prácticas ideológicas, con su conocimiento y opiniones socialmente compartidas sobre su pertenencia a un grupo, sobre las relaciones de grupo y sobre la estructura social.

No hay duda, entonces, de que el eslabón faltante (también) tiene que ser cognitivo: sin sus creencias socialmente compartidas, los actores sociales no pueden de ninguna manera conocer y lograr mediante la interacción su pertenencia al grupo, que es, en principio, una condición esencial para la existencia de grupos y organizaciones. Por eso, aún en este capítulo no deberíamos olvidar en ningún momento que no es el grupo, o la organización, o ninguna otra estructura social lo que directamente condiciona, influye o restringe las prácticas ideológicas, sino las formas en que los miembros sociales subjetivamente las representan, comprenden o interpretan.

Por el contrario, es teóricamente más fructífero reconocer la "existencia" de ambos, y luego desafiar una teoría que integre estas diferentes dimensiones o niveles de realidad social. De la misma forma, entonces, en que yo he incluido un componente "social" en la mente, ahora enfatizo las importantes dimensiones cognitivas de la sociedad. La sociología del conocimiento es tan sólo una de las subdisciplinas dentro de esta estructura, de la cual la sociología de la ideología es, también, una parte inherente.

Prácticamente ninguna definición breve de la ideología dejará de mencionar que las ideologías sirven típicamente para legitimar el poder y la desigualdad. Igualmente, se piensa que las ideologías ocultan o confunden la verdad, la realidad o las "condiciones objetivas, materiales, de la existencia" o los intereses de las formaciones sociales. Además de esas funciones más negativas de la ideología, podemos agregar que las ideologías sirven positivamente para habilitar a los grupos dominados, crear solidaridad, organizar la lucha y sostener la oposición. De modo más neutro y general, entonces, las ideologías simplemente sirven a los grupos y a sus miembros en la organización y manejo de sus objetivos, prácticas sociales y toda su vida social cotidiana.

CAPÍTULO 15. GRUPOS


Cada grupo social o formación que ejerza una forma de poder o dominación sobre otros grupos podrá asociarse con una ideología que funcionaría específicamente como un medio para legitimar o disimular tal poder. Antes se enfatizó que también los grupos que resisten tal dominación deberán tener una ideología para organizar sus prácticas sociales.

Al igual que las variadas formas de conocimiento sociocultural y los lenguajes naturales, las ideologías son compartidas. No existen ideologías "privadas", sino que hay solamente opiniones privadas. Las ideologías son adquiridas, confirmadas y modificadas por los actores sociales como miembros de grupos, y como una función de los objetivos e intereses de ellos. En consecuencia, un criterio para la idea de grupo puede ser que las colectividades de personas deben tener alguna continuidad más allá de un acontecimiento.

Tal problema compartido, o destino común, en el cual las personas devienen mutuamente dependientes, y pueden querer actuar colectivamente para vencer la difícil situación, puede ser otro criterio para la formación de un grupo.

Un conjunto de personas constituye un grupo si y sólo si, como colectividad, comparten representaciones sociales. Para los miembros individuales del grupo esto significa que parte de su identidad personal (sí mismo) está ahora asociada con una identidad social, o sea, la autorrepresentación como miembros de un grupo social. Los miembros del grupo actúan como tales cuando estas acciones están (también, aunque no exclusivamente) basadas en conocimiento, actitudes, ideologías, normas o valores compartidos.

Podemos concluir que las ideologías y la condición de grupo parecen definirse mutuamente: sólo los grupos pueden desarroIIar ideologías, y la definición de grupo, a su vez, presupone no sólo condiciones, experiencias o acciones socialmente compartidas, sino también, y, en especial, representaciones sociales compartidas, incluyendo ideologías.

Para la mayoría de los grupos, la continuidad y la reproducción presuponen actos individuales de actores sociales como miembros de grupo o acción colectiva, lo cual, en ambos casos, presupone representaciones sociales compartidas por los miembros.

Cualquiera que sea la base socioeconómica "objetiva" de una colectividad de personas, éstas sólo pueden constituir un grupo si comparten las representaciones sociales que les dan un significado colectivo a estas circunstancias sociales. Es también en este sentido que los grupos no son tan solo un constructo social, sino que asimismo están constituidos mentalmente a través de la representación compartida. Los grupos también están constituidos por sus miembros, y por los miembros de otros grupos, a través de sentimientos de pertenencia, recuerdos compartidos de experiencias colectivas y, más en general, representaciones sociales, o precisamente por el hecho de que otros no comparten estas representaciones o las cuestionan.

Los criterios de continuidad del grupo e identificación social se aplican específicamente a las categorías sociales de personas, definidas en términos de propiedades más o menos permanentes, tales como edad, género, "raza", etnicidad, origen, clase, lenguaje, religión, orientación sexual o profesión.

Sin embargo, las categorías sociales generales son, nuevamente, demasiado amplias para formar grupos como los definidos más arriba. Después de todo, no es muy probable que todas las mujeres, o toda la gente rica, compartan la misma ideología general, aun cuando compartan experiencias sociales similares o actúen de modo similar en ciertas situaciones sociales. Igualmente generales son aquellas colectividades de personas que están definidas, precisamente, por sus ideologías, tales como los liberales y los conservadores, pues a diferencia de los manifestantes o de los miembros de movimientos sociales, los miembros de esas categorías sociales no participan, como tales, en actividades conjuntas, sino, cuanto mucho, en actividades similares, como votar y comprometerse en acciones y discursos liberales o conservadores.

Si definimos a las ideologías en términos de sus funciones sociales, entonces las creencias compartidas, la coordinación de la acción e interacción social, la provisión de identificación, los objetivos comunes, la organización y, en general, la defensa de los intereses de grupo, son condiciones importantes para la constitución de grupos ideológicos. Las colectividades de personas definidas por una o más propiedades (tales como edad, profesión, objetivos, nivel de ingresos, orientación política, etc.) tenderán a ser grupos ideológicos si se aplican a ellas estas funciones ideológicas.

Podemos concluir este análisis considerando que no puede haber una frontera clara y explícita entre grupos sociales en el sentido más específico, y cualquier otra colectividad de personas definida por una o más características compartidas. De un modo general, sin embargo, un grupo social debe ser más o menos permanente, relativamente organizado o institucionalizado, y reproducido por el reclutamiento de miembros sobre la base de la identificación con un conjunto de propiedades específicas, más o menos permanentes (como el género o los ingresos), actividades y/u objetivos compartidos, normas y valores, recursos y una posición específica (a menudo de competencia o conflicto) con relación a otros grupos sociales.

Es cierto que muchos grupos cuentan con "desviados" o "disidentes" ideológicos. Entonces, la noción de grupo puede ser, al menos algunas veces, distinta del conjunto de sus miembros individuales. Quizá la "condición de grupo" requiera solamente que la mayor parte o muchos de los miembros compartan alguna propiedad.

Si las ideologías se definen solamente para los grupos, si la condición de grupo presupone representaciones sociales compartidas (o una identidad social), si las representaciones sociales son mentales y si los grupos como tales no tienen mente, entonces debemos suponer que los grupos solamente pueden "tener" una ideología si al menos un número calificado de sus miembros comparte al menos parte de tal ideología.

Una respuesta trivial ya formulada es simplemente cuantitativa. Esto es, un grupo "tiene" una ideología si la mayor parte de sus miembros comparte la mayor parte de las proposiciones que definen tal ideología. Podemos también utilizar un criterio cualitativo, a saber, los "miembros fundamentales", tales como los Líderes, las elites, toda la gente con responsabilidades y, en general, los "ideólogos" de cualquier grupo. Esto es socialmente necesario para el grupo, en primer lugar, con el objeto de reproducirse ideológicamente a sí mismo. Al menos algunos miembros deben enseñar la ideología a los recién llegados o a las nuevas generaciones. En segundo lugar, al menos algunos miembros deben monitorear las prácticas sociales y, en consecuencia, las aplicaciones de la ideología por parte de los miembros comunes. Tercero, al menos algún miembro debe poder reformular y adaptar la ideología del grupo a los nuevos desarrollos sociales, nuevas circunstancias o cambios en las relaciones con otros grupos. Y cuarto, al menos algunos de los miembros deben poder formular y distribuir (fragmentos de) la ideología en todo el grupo.

Un grupo "tiene" una ideología si al menos algunos (o la mayoría, dependiendo del grupo) de los miembros comparten al menos algunas (o la mayoría) de las proposiciones ideológicas medulares. En ese caso, compartir significa que estos miembros tienen proposiciones relativamente semejantes almacenadas en su memoria social.

La pertenencia de clase es tan compleja como la noción de clase, y está socialmente construida en términos que van mucho más aIIá de los parámetros socioeconómicos, tales como ingreso familiar, ocupación o posición. Varios tipos de "capital" no material, simbólico, pueden ser indicativos de la clase. Cambiar de clase, especialmente hacia arriba, requiere, por lo tanto, más que sólo un cambio de recursos materiales, como lo demuestra la categorización negativa de los nouveaux riches que realmente no pertenecen a las clases altas.

Tanto para los miembros establecidos como para los nuevos miembros, la pertenencia a una clase también está asociada con las ideologías. Por cierto, la misma reproducción de los intereses socioeconómicos de clase, incluyendo los recursos materiales y simbólicos, es una de las funciones principales de las ideologías de clase.

Los grupos, y la pertenencia a los mismos, pueden también constituirse sobre la base de sus objetivos sociales, usualmente en relación con sus normas y valores, como sucede con diversos movimientos sociales. Los criterios de pertenencia en este caso son, en consecuencia, la elección personal, la alineación ideológica y las actividades reconocidas que contribuyen a la realización del objetivo común.

En resumen, y en términos más bien generales, los grupos sociales y sus miembros pueden distinguirse por:
  • Quiénes son, tal como están definidos por características más o menos permanentes, como género, "raza", etnicidad, casta, clase, edad, religión, lenguaje u origen;
  • Qué hacen, como es el caso de los profesionales;
  • Qué quieren, como es específicamente el caso de los grupos de defensa;
  • En qué creen, tal el caso de los grupos de defensa y los grupos religiosos e ideológicos, como los conservadores y los progresistas;
  • Dónde se ubican, para todos los grupos definidos en términos de posición social y sus relaciones con otros grupos;
  • Qué (es lo que) tienen o (lo que) no tienen, para todos los grupos cuya identidad está principalmente basada en el acceso especial o falta de acceso a recursos (materiales o simbólicos) sociales, por ejemplo, para los ricos y los pobres, los empleados o los desempleados, los sin techo y los propietarios, los famosos y los no famosos, los educados y los no educados, los intelectuales y los no intelectuales, etcétera.

Prestar la debida atención a esta dimensión individual de la ideología, o más bien de los "usos" de la ideología, no significa, sin embargo, que se pueda prescindir de la dimensión social, colectiva. Entonces, lo que una teoría de la ideología necesita explicar es, precisamente, la dinámica que relaciona a los miembros sociales con las ideologías y con las colectividades que se han constituido para compartir experiencias, creencias e ideologías. Que los "grupos" ideológicos puedan ser, en su definición, bastante imprecisos o confusos, y que la pertenencia o adhesión a los mismos sean flexiblemente definidas en términos de la interacción entre creencias personales y creencias socialmente compartidas, no significa que se pueda prescindir de la dimensión social de las ideologías en términos de grupos o colectividades.

Como hemos visto en el análisis sobre la pertenencia, los grupos comparten creencias y prácticas que regulan la inclusión y la exclusión. La inclusión puede hacerse difícil, como en el caso de complejos ritos de iniciación, o fácil, siempre que los nuevos miembros se identifiquen con el grupo. La inclusión y la exclusión pueden también funcionar de un modo más positivo, por ejemplo, en situaciones en las cuales la solidaridad dentro del grupo es relevante para la resistencia contra la dominación. La exclusión, en este caso, puede alentar el desarrollo de una ideología que permita a los miembros del grupo evaluar las creencias y acciones de otros, tanto del propio grupo como de uno o varios grupos exteriores.

CAPÍTULO 16. RELACIONES DE GRUPO


Es necesario referirse a una forma más "refinada" de poder, generalmente llamada "persuasiva" y tradicionalmente asociada con la ideología. En este caso, el control no se efectúa (principalmente) por medio de coerción física o socioeconómica, sino a través de un control más sutil e indirecto de las mentes de los dominados. Ese tipo de control discursivo e ideológico será el ejemplo principal del poder y la dominación que parece prevalecer en las sociedades contemporáneas de la "información y la comunicación", cuyo acceso es esencial para el control de las mentes, y, por tanto, indirectamente, de las acciones de los otros.

En resumen, socialmente las ideologías se desarrollan para asegurarse de que los miembros del grupo piensen, crean y actúen de tal modo que sus acciones redunden en su propio beneficio y en el del grupo en general. Esta función social "coordinadora" sirve al interés del grupo en sus relaciones con otros grupos.

Los sistemas tradicionales de poder eran usualmente coercitivos, esto es, basados en el control físico de la acción, la violencia, el poder militar o las prácticas de la policía secreta o los hombres fuertes. Por otro lado, gran parte del poder "moderno" es persuasivo, discursivo y (por ende) ideológico.

Tan pronto como algunos, y especialmente muchos, miembros de los grupos dominados no acepten más tales fundamentos ideológicos, y hayan adquirido los medios simbólicos para propagar contra-ideologías y las condiciones materiales para actuar basándose en tales contra-ideologías, el cambio ideológico será inevitable y será seguido (a veces muy lentamente) de cambios en las prácticas sociales.

A pesar de la complejidad de las relaciones (a veces mutuas) entre ideologías, poder y dominación, el marco teórico da por sentado que histórica y teóricamente las ideas preceden a las acciones y las ideologías (al menos simples) a los sistemas de prácticas sociales que definen la dominación. Los modelos controlan las acciones que implementan la dominación. Las prácticas de abuso de poder, dominación y opresión pueden ser eficaces sólo cuando están coordinadas, cuando sus estructuras de modelo están socialmente compartidas, y las ideologías sirven precisamente a ese objetivo "práctico".

Del mismo modo en que el ejercicio y coordinación del abuso de poder necesita una base ideológica, también la solidaridad interna del grupo y la resistencia inter-grupo necesita estar organizada ideológicamente. Mientras que el interés del grupo dominante puede ser el de disimular su abuso de poder y ocultar las formas de desigualdad y sus consecuencias, los disidentes y los oponentes pueden estar específicamente interesados en dejar al descubierto y exponer la dominación y la desigualdad, y en manifestar y legitimar como "justas" sus propias contra-ideologías.

Las diferencias ideológicas entre grupos usualmente implican competencia, aunque sólo sea para disputarse la pertenencia y el reclutamiento de nuevos miembros, o la persuasión de los foráneos.

Dos grupos u organizaciones pueden tener diferentes ideologías (por ejemplo, católicos y musulmanes), pero pueden muy bien cooperar para llevar a cabo un objetivo común y conjuntamente adquirir o defender intereses compartidos (por ejemplo, apoyo para actividades religiosas, libertades, etc., o la prohibición del aborto). Los oponentes ideológicos pueden, en consecuencia, ser aliados en la prosecución de un mismo objetivo.

CAPÍTULO 17. ELITES


Relacionada con la cuestión de si las ideologías son los sistemas conocidos por los "ideólogos" u otras elites, o son también compartidas por la población en general, está la cuestión del desarrollo y la influencia. Aun cuando las "ideas", o los argumentos de esas ideas, puedan ser inicialmente "inventados" o al menos expresados públicamente por individuos específicos, pueden constituir una ideología solamente cuando son compartidos y "sostenidos" para un grupo de personas cuyos intereses estén relacionados con esas ideas en primer lugar.

Las ideologías racistas son tan fáciles de producir y reproducir, precisamente, a causa del control de elites sobre los medios de comunicación, los que se especializan en la comunicación de ideologías ampliamente simbólicas, y porque el racismo, sistema de desigualdad, favorece los intereses de todos los miembros blancos del grupo.

Las ideologías más destacadas en los medios de comunicación son principalmente las de las elites, y no de algún grupo dominado u opositor. A través de los medios, otros grupos de elite y sus discursos y opiniones al menos pueden alcanzar al público en general: tienen una voz pública efectiva. Muchas investigaciones sugieren que la influencia ideológica general de los medios es penetrante, especialmente en aquellos ámbitos en los cuales los usuarios de los medios no tienen fuentes ideológicas alternativas o experiencias personales que sean abiertamente inconsistentes con las ideologías dominantes, tales como se las transmite y reproduce por los medios masivos, como es el caso de las ideologías étnicas y las ideologías de política exterior.

La dominación ideológica puede tomar muchas formas y ocurrir en situaciones diferentes. Evitar la solidaridad entre grupos no dominantes es un ardid conocido y poderoso, es decir, dividir al enemigo para conquistarlo. Otra estrategia es evitar o atenuar la identificación de grupo: ya vimos que la identidad y la identificación de grupo es una consecuencia esencial de la adquisición de esquemas ideológicos en todo un grupo.

CAPÍTULO 18. ¿IDEOLOGÍAS DOMINANTES?


Por supuesto, corresponde hacer un análisis más profundo de estos procesos ideológicos, porque el panorama es mucho más complicado. En primer lugar, incluso dentro de grupos dominantes, hay disidentes ideológicos. Esto es, hay miembros de grupos de elite (políticos importantes, periodistas, académicos, etc.) que rechazan y se resisten a las ideologías dominantes y pueden incluso "ponerse del lado de" los grupos dominados, como ocurrió en la mayoría de las revoluciones ideológicas. Lo inverso también es cierto: miembros de grupos dominados pueden abrazar las ideologías de elite, aunque más no sea para obtener, individualmente, reconocimiento o acceso a otros recursos que les proveerán las élites como muestra de gratitud por su "defección".

De esta manera, las ideologías de elite pueden ser adoptadas más ampliamente entre la población en general o entre grupos dominados específicos bajo las siguientes condiciones:
  1. Las ideologías dividen a los grupos no dominantes por ser al menos atractivas para, o en beneficio de, algunos grupos no dominantes y evitar, de esta forma, la solidaridad dentro del grupo y la organización del contrapoder.
  2. Se evita la solidaridad interna en los (importantes) grupos no dominantes creando divisiones dentro del grupo y dirigiéndose a los miembros como individuos.
  3. No hay alternativas populares (fuertes) a las ideologías de élite, o estas alternativas son desconocidas o marginadas.
  4. Las élites (y especialmente los editoriales de los medios de comunicación) evitan o limitan el acceso al discurso público de los líderes de grupos no dominantes.
  5. Las élites adoptan, aparentemente, las ideologías populares, pero de un modo muy moderado, con lo cual se evitan conflictos importantes con los intereses de las elites.
  6. Si las ideologías de élite son ampliamente inconsistentes con las ideologías relativamente fuertes y conocidas de los grupos dominados, las elites tienen el instrumento especial de acceso y control de los medios de comunicación y estrategias discursivas de manipulación del conocimiento y las opiniones.

CAPÍTULO 19.INSTITUCIONES


Las instituciones u organizaciones son, de muchas maneras, la contrapartida "práctica" o social de las ideologías. Esto es, del mismo modo en que las ideologías organizan la cognición de grupo, las instituciones y las organizaciones organizan las prácticas y a los actores sociales. Las instituciones y organizaciones pueden coordinar objetivos y acciones comunes, proveer o distribuir recursos y otras condiciones y restricciones, elegir o imponer líderes, etcétera.

En resumen, las rutinas, los actores, los eventos y los acuerdos institucionales en la confección de noticias están sesgados hacia la reproducción de un conjunto de ideologías dominantes, de elite. Esto no sólo es cierto para la producción de noticias, sino también para programas sobre la actualidad, documentales, espectáculos y otras categorías de discurso de los medios.

Las normas y los valores fundamentales, la selección de asuntos y tópicos de interés y atención (determinación de la agenda), el conocimiento selectivo, si no parcializado, sobre el mundo, y muchos otros elementos o condiciones de control ideológico, actualmente se deben, en gran medida, a los medios masivos, o, indirectamente, a los grupos e instituciones, como los de la política, que tienen acceso preferencial a los medios. Por supuesto, habrá debate, oposición, diferencias de opinión, al igual que diferencias entre los periódicos. Sin embargo, todo esto se da dentro de los límites de una variación ideológica tolerable. En resumen, dentro de una teoría de la ideología, el papel omnipresente de instituciones ideológicas tales como las de la política, la educación y, especialmente, los medios masivos, explica las propias condiciones sociales de las ideologías, es decir, los medios y las formas en que son compartidas por grandes cantidades de personas y grupos.

Las ideologías racistas, y especialmente sus versiones populares y populistas, están sostenidas por un gran número de importantes instituciones y organizaciones. Partidos extremistas de la derecha, partidos conservadores y "think tanks", la prensa popular, llamadas telefónicas a las radios; panfletos racistas, académicos racistas, marginales pero influyentes, y sus, publicaciones, figuran entre los muchos factores institucionales implicados en este proceso de reproducción.

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