Resumen. Eagleton, Estrategias ideológicas – Versión de Vanessa García

Terry Eagleton, “Estrategias ideológicas” en Ideología. Una introducción, Barcelona, Paidós 1997, pp 57-91.

Síntesis y resumen de Itzel Vanessa García De Jesús

Síntesis

La ideología como una serie de ideas que permanecen de manera indeterminada en un grupo, puede manipularse conforme a las necesidades de los grupos sociales. Las ideologías no surgen por sí solas, sino que se van determinando por medio de los intereses específicos de una mayoría en la sociedad.

Los poderes dominantes no crean ni implantan una ideología ante los subordinados, sino que aprovechan el ambiente político o simplemente social y comienza a existir una sobreexposición de las creencias deformando poco a poco la ideología del grupo a su conveniencia. Uno puede decir y objetar contra lo dicho, porque piensa que es más fuerte su ideología anterior que la supuesta nueva ideología del poder dominante, pero en realidad por la sobreexposición de creencias se van uniendo las nuevas creencias en las ideologías y puede haber un autoengaño inconsciente en la persona que cree que no está siendo manipulada, haciendo actividades que demuestran la manipulación del poder dominante.

También se explica que las ideologías van desde un rasgo unitario tomando en cuenta la perspectiva de solo la clase de un grupo de individuos específicos, hasta llegar a una universalización, que está en conjunto con la idealización del poder natural en todas las ideologías haciéndote creer que lo que estás viviendo es natural, pero que no está ideologizado.

Las estrategias ideológicas sólo están puestas en práctica conforme a lo que el poder dominante necesite, pero que tenga un sentido que no pueda ser percibido por los subordinados manejando las ideas ya concretas a su manera, obteniendo apoyo por debajo de lo que la mayoría requiera.

Resumen

La mayoría de las teorías de la ideología han surgido en el pensamiento materialista, y en este materialismo es habitual una prioridad a la “conciencia” en la vida social. Para una teoría materialista, la conciencia en la vida social, como ejemplo, es llamada revolución thatcheriana, cuya finalidad no solo fue transformar el paisaje económico y político de Gran Bretaña, sino transformar los valores ideológicos. Los sondeos de opinión revelan que la mayoría de los ingleses siguen tenazmente apegados a los valores vagamente socialdemócratas que suscribían antes de que la señora Thatcher ocupara su cargo. La señora Thatcher no estuvo donde estuvo porque el pueblo británico se identificara lealmente con sus valores; estuvo donde estuvo a pesar del hecho de que dicha identificación no tuvo lugar. En realidad, si existe una ideología dominante en la Inglaterra contemporánea, no parece ser especialmente exitosa. El afianzamiento de la señora Thatcher fue con ayuda de su primer ministro que sacó partido del carácter débil y desorganizado de la oposición política, explotó el cinismo, la apatía y el masoquismo de algunos ingleses y concibió beneficios materiales a aquellos que le dieron apoyo.

Si las personas no combaten de manera activa un régimen político que las oprime tal vez sea porque han absorbido sumisamente sus valores dominantes. O quizá están demasiado agotadas por un día intenso de trabajo, o porque son demasiado fatalistas.

La tesis de la ideología dominante tiene una concepción escéptica del carácter central de la ideología, en ella se subestima el significado de la cultura y la ideología para el mantenimiento del poder político. Abercrombie y sus colaboradores señalan que los grupos sociales subordinados tienen a menudo sus propias culturas ricas y resistentes; pero lo cierto es que, sin duda, la difusión de los valores y creencias dominantes entre los grupos oprimidos de la sociedad desempeña algún papel en la reproducción del sistema en conjunto.

Para muchos teóricos de la ideología, el concepto mismo de ideología es sinónimo del intento de ofrecer una justificación racional, técnica y científica para esta dominación social, en vez de motivos míticos, religiosos o metafísicos. Así que puede decirse que el sistema capitalista tardío actúa por sí solo, sin necesidad de recurrir a la justificación discursiva; en su lugar simplemente asegura su reproducción mediante una lógica manipuladora e incorporada en la que los seres humanos no son más que meros efectos obedientes y lo que la mantiene unida ya no es la conciencia o la ideología, sino sus propias operaciones sistemáticas complejas.

Para algunos, la ideología en función al capitalismo avanzado es una situación de no significación. El consumismo obvia el significado para involucrar al sujeto de manera subliminal en el nivel de respuesta visceral en vez de la conciencia reflexiva. En este ámbito, la forma domina al contenido, “los significantes dominan a los significados”. El capitalismo avanzado borra todo rastro de subjetividad profunda y con ello toda modalidad de ideología. Sin embargo, esta interpretación no es tanto falsa como drásticamente parcial. En la actitud posmoderna pluralista no se discrimina entre los diferentes ámbitos de la existencia social. Algunos de los cuales son más susceptibles de este tipo de análisis que otros. El capitalismo avanzado sugiere otra razón, por la que en otras ocasiones se considera que la ideología es redundante en las sociedades capitalistas modernas.

Se supone que la ideología engaña; pero en el medio cínico del posmodernismo todos somos demasiado despabilados, astutos y taimados para ser engañados siquiera un instante por nuestra propia retórica oficial. Peter Sloterdijk denomina a este punto “falsa conciencia ilustrada”, esto es, que se instaura “una disparidad entre lo que la sociedad dice y lo que hace”. Sin embargo esta tesis tiene varias objeciones. Primero, generaliza a toda la sociedad una modalidad de conciencia que en realidad es muy específica. Esto supone que las prácticas sociales son reales, pero que las creencias utilizadas para justificarlas son falsas o ilusorias. En cambio, Slavoj Zizek invierte esta posición: si la ideología es una ilusión, es una ilusión que estructura nuestras prácticas sociales; y en esta medida la falsedad está del lado de lo que hacemos y no necesariamente de lo que decimos. Zizek sugiere que: “ellos saben que, en su actividad, están siguiendo una ilusión pero con todo prosiguen en ella”. En otras palabras, la ideología no es solo cuestión de lo que yo pienso sobre una situación; está inscrito de algún modo en esa misma situación.

Con esto podemos ver que puede objetarse la importancia de la ideología. Y se puede afirmar que no existe una ideología dominante coherente, o que si existe es mucho menos eficaz para configurar la experiencia popular de lo que se ha creído en ocasiones. Puede que exista una ideología dominante, pero nadie es suficientemente crédulo para morir por ella. Todo esto tiene un poco de verdad como también la afirmación de que los factores materiales desempeñan un papel más importante para afianzar la sumisión que los ideológicos.

Raymond Geuss ha propuesto una distinción útil entre definiciones descriptivas, positivas y peyorativas del término ideología. En su sentido descriptivo o antropológico, las ideologías son sistemas de creencias característicos de ciertos grupos o clases sociales, compuestos por elementos discursivos y no discursivos. Este significado de ideología en una posición política es similar a la noción de “cosmovisión”, en el sentido de un conjunto de categorías relativamente bien sistematizadas que proporcionan un marco a la creencia, percepción y conducta de un grupo de individuos. En su sentido peyorativo, la ideología es un conjunto de valores, significados y creencias que han de concebirse de manera crítica o negativa por cualquier razón, si son verdaderas o falsas están sustentadas por la motivación. De tal manera, la ideología puede significar ideas contaminadas en su raíz, o sea genéticamente defectuosas.

La definición de ideología como un conjunto de significados y valores que codifican ciertos intereses relevantes para el poder social se puede concretar en conjuntos:
  • Unificadoras: Se puede considerar que las ideologías dan coherencia a los grupos o clases que las sustentan, fundiéndolos en una identidad unitaria, si bien internamente diferenciada, lo que quizás les permite imponer una cierta unidad a la sociedad en su conjunto.
  • Orientadas a la acción: las ideologías deben ser traducibles por a un estado práctico, capaz de proporcionar a sus partidarios fines, motivaciones, prescripciones, imperativos, etc.
  • Racionalización. En esta postura se considera como intentos más o menos sistemáticos de ofrecer explicaciones y justificaciones de la conducta social que de otro modo estaría expuesta a la crítica. La racionalización puede contribuir a promover intereses, pero hay maneras de promover intereses que no suponen particularmente una racionalización. Además, suele considerarse a este mecanismo como un autoengaño y esto significa a su vez que es la condición en la que uno tiene deseos que niega o desmiente, o de los cuales simplemente no es consciente.
  • Legitimación. Este concepto esta ligado a la racionalización y se refiere al proceso por el que  un poder dominante afianza en sus súbditos al menos un consentimiento práctico a su  autoridad. La legitimación puede significar simplemente establecer los propios intereses como algo aceptable en general.
  • Universalización: los valores e intereses que son específicos a una cierta época y lugar se proyectan como valores e intereses de toda la humanidad. Para algunos marxistas, la conciencia de clase no es ideológica cuando una clase está aún en la etapa revolucionaria, pero se convierte en ideología cuando posteriormente necesita ocultar las contradicciones entre sus propios intereses y los del conjunto de la sociedad. Entonces es precisa una falsa universalización tan pronto como ha fracasado otra verdadera.
  • Naturalización, este mecanismo tiene un vínculo con la universalización, pues lo que se considera universal suele considerarse natural. Según esta perspectiva la ideología se presenta a sí misma como un “¡Por supuesto!” o como un “No hace falta decirlo”. Destacando que el propio concepto de naturalización se basa en una ideología particular de la naturaleza.
En suma, la ideología no es siempre el blanco frágil cegado a sí mismo y autoengañado. Por el contrario, puede elevarse de vez en cuando a un status metalingüístico y nombrarse a sí misma, al menos parcialmente, sin abandonar su  posición. Y esta autorreflexion parcial puede afianzarse en vez de relajarse.

1 comentario:

  1. Las ideologías dominantes, por el sólo hecho de serlo, no son buenas ni malas ni regulares. Son sólo eso, dominantes.

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