Resumen. Van Dijk, Ideología, 4-9 – Versión de Liliana Cruz

Teun van Dijk, Ideología, Una aproximación multidisciplinaria, Barcelona, Gedisa, 1999, capítulos 4-9, pp.76-132.
Resumen y síntesis de Liliana Cruz Vallarta

Síntesis

La idea principal de este texto es mostrarnos la importancia de la estructura de la ideología, la cual es un producto de acción determinada. Esto lo hace apoyado en un conjunto de elementos necesarios para la ideología:  las creencias fácticas, las cuales nos hablan sobre los hechos y las creencias evaluativas, que valoran los hechos. El esquema expone una serie de prototipos de acción o de creencias. El guión es una regla flexible que nos dice qué hacer, y por último el prejuicio, el cual consiste simple y llanamente en el juicio previo a la acción.

Resumen

Si algo debe ofrecer una teoría de la ideología es una descripción de las estructuras de la ideologías. Para la psicología contemporánea, la lingüística y el análisis del discurso, del mismo modo que para algunas de las ciencias sociales, tales cuestiones de estructura son una rutina: describir, analizar y explicar fenómenos significa antes que nada especificar sus estructuras y sus funciones. Tales análisis pueden ser estático-estructuralistas o dinámico-procedimentales.

El enfoque más dinámico, común en psicología, microsociología y análisis conversacional, explica los procesos, acciones o estrategias, o sea, la dinámica mental o interaccional de construcción, por ejemplo, como una explicación de cómo se comportan los actores o usuarios del lenguaje sobre la marcha, “haciendo” o “realizando” esas unidades estructurales como representaciones mentales, acciones o discursos.

El enfoque estructural analiza los objetos como productos terminados; el enfoque estratégico caracteriza las formas en que los objetos son gradualmente construidos o interpretados. El enfoque estructural sería más abstracto y desligado del contexto, y explicaría lo que los actores sociales conocen, o el producto o resultado de su pensamiento o acción estratégicos.

Tales enfoques son en realidad complementarios, pues ambos operan con categorías abstractas y ambos operan con algún tipo de reglas.

Un enfoque estratégico da por supuesto que los hablantes saben qué estructuras están bien formadas, y qué reglas u otros principios estructurales están disponibles para ellos como recursos (mentales y sociales) cuando están embarcados en la construcción estratégica. A este respecto, los enfoques  estructural y estratégico son enfoques complementarios de la descripción de varios fenómenos de cognición e interacción.

Los enfoques estructurales tienden a ser más abstractos y desligados del contexto, en el sentido de que caracterizan tipos ideales o patrones generales, e ignoran las variaciones “desviaciones” y “errores”.

Por otro lado, las ideologías son, por supuesto, sensibles al contexto, que incluya las dimensiones pertinentes de la estructura social, tales como grupos e instituciones, relaciones sociales de poder, desarrollo histórico, etc.

El hecho de que la ideologías mismas sean relativamente estables no significa que las expresiones y los usos de las ideologías no sean variables, estratégicos y sensibles al contexto. Por el contrario, la teoría necesita precisamente explicar cómo esas expresiones de las ideologías son adaptadas por actores sociales individuales y ajustadas estratégicamente a la situación particular.

Todas las estructuras, incluso las de las ideologías, también necesitan, al fin y al cabo, una explicación de su construcción activa (formación y cambio) por miembros del grupo en contextos sociales. El análisis estructural es un procedimiento muy conocido y complejo en lingüística y análisis del discurso, la explicación estructural de la cognición en general y de la cognición social en particular, permanece a un nivel relativamente modesto de complejidad teórica. Este enfoque esquemático es una contraparte relativamente simple del análisis estructural en lingüística, y usualmente carece de una dimensión más dinámica que es necesaria para explicar la construcción, usos o cambios de tales esquemas.

Una estructura jerárquica puede explicar mejor las diferencias en la disposición o accesibilidad de ciertas categorías de nivel superior o alto que las estructuras que no están organizadas de esa manera.

Una explicación de la organización de la mente que esté más acorde con un modelo neuronal del cerebro puede explicar mejor las diferencias en la disposición o accesibilidad de ciertas categorías de nivel superior o alto que las estructuras que no están organizadas de esa manera.

La noción de guión se ha usado ampliamente para explicar el conocimiento que tiene la gente acerca de acontecimientos estereotípicos de su cultura, tales como un festejo de cumpleaños,un ritual de iniciación etc. Como lo sugiere la metáfora del guión, ese conocimiento se representa en términos de un tiempo, un lugar y una secuencia de acontecimientos y acciones y los actores típicos u opcionales que participan en ellos.

Podemos imaginar otros tipos de estructuras, siempre que puedan explicar adecuadamente las actividades mentales y sociales reales de la gente. Se debería enfatizar una vez más que tal conocimientos es general y abstracto. Para que sean aplicables a la gran cantidad de posibles situaciones en los que la gente puede estar implicada, debemos suponer que tales estructuras en sí mismas son infinitamente variables.

La mayoría de las teorías de esquema no son exactamente ejemplos de claridad formal y sutileza conceptual. Estos variados enfoques de la descripción de las estructuras y usos estratégicos del conocimiento han sido relativamente exitosos. No sorprende, entonces, que se hayan seguido seguido caminos esquemático-teóricos en psicología social. Lo mismo vale para la infinidad de eventos comunicativos que describen o constituyen tales objetos sociales, como las conversaciones, las negociaciones, los debates parlamentarios, el manejo de la impresión que se da a otros y la dirección de empresas.

La gente puede aprender y desaprender que las diferencias en el aspecto son cruciales para categorizar y, especialmente, para juzgar a los otros. La cuestión es entonces que en general las estructuras de la representaciones sociales evaluativas como las actitudes, están probablemente organizadas de un modo que refleja o facilita sus funciones sociales.

Dada la hipótesis de que las representaciones sociales, tales como el conocimiento o las actitudes de los grupos, están organizadas por una estructura no trivial, resulta razonable que las ideologías tampoco sean solamente una lista de creencias básicas. Una opción heurística es asumir que las estructuras de las ideologías son similares a las de otras representaciones sociales.

Las ideologías no solamente controlan el conocimiento, sino también las opiniones. Los guiones, por lo tanto, no son un candidato aceptable para el tipo de organización que esperamos que tengan las ideologías. Como las actitudes son conjuntos de creencias evaluativas socialmente compartidas, es por lo tanto más razonable examinar si las ideas tienen la características estructurales de actitudes.

En otro nivel de abstracción, las actitudes pueden ser estructuradas de acuerdo con la categorías básicas de problema solución, donde la categoría problema es recurrente. La mayor parte de los enfoques tradicionales, que las ideologías utilizan específicamente como bases para la dominación y la resistencia, representan una lucha social. Una ideología es así un esquema que sirve a sus propios intereses para la representación de nosotros y ellos como grupos sociales. Esto significa que las ideologías probablemente tienen el formato de un esquema de grupo que refleja intereses sociales, económicos políticos o culturales fundamentales.

Las ideologías pueden ser utilizadas para legitimar o velar el abuso del poder o, contrariamente, para resistir o denunciar a dominación o la desigualdad. Las ideologías por lo tanto son necesarias para la organizar nuestras prácticas sociales de tal modo que sirvan a nuestros mejores interese e impidan que otros dañen tales intereses.

Estas variadas o más o menos intuitivas concepciones de la naturaleza y funciones de las ideologías, y la hipótesis de que las ideologías pueden representarse como esquemas de grupo, sugieren las siguientes categorías para un formato tentativo de las estructuras de las ideologías:

Pertenencia: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué aspecto tenemos? ¿Quién pertenece a nuestro grupo? ¿Quién puede convertirse en un miembro de nuestro grupo?

Actividades: ¿Qué hacemos? ¿Qué se espera de nosotros? ¿Por qué estamos aquí?

Objetivo: ¿Por qué hacemos esto? ¿Qué queremos realizar?

Valores / Normas: ¿Cuáles son nuestros valores más importantes? ¿Cómo nos evaluamos a nosotros mismos y a los otros? ¿Qué debería (o no debería) hacerse?

Posición y relaciones de grupo: ¿Cuál es nuestra posición social? ¿Quiénes son nuestros enemigos o nuestros oponentes? ¿Quiénes son como nosotros y quiénes son diferentes?

Recursos: ¿Cuáles son los recursos sociales esenciales que nuestro grupo tiene o necesita tener?

Cada categoría de este formato ideológico funciona como el patrón organizativo de un número de creencias evaluativas básicas; sin embargo, estas creencias son ideológicas por su definición. Los miembros iniciales pueden no identificarse con el grupo en algún aspecto, y por lo tanto no compartir la ideología del grupo. Socialmente esto implica que son considerados traidores, disidentes, desviados.

Si las ideologías controlan el modo en que la gente, como miembros de grupo, interpreta y actúa en su modo social, también funcionaría como la base de la identidad social. Las ideologías generalmente organizan actitudes que a su vez controlan aquellas prácticas sociales del grupo y sus miembros que de alguna manera son pertinentes a los intereses o identidad de los grupos, que se relacionan con los criterios de pertenencia, actividades, objetos, valores, relaciones con otros grupos y recursos.

Los contenidos de las ideologías de grupo son propios de lo que para cada grupo es el orden moral y social preferido, ya sea que ese orden sea considerado justo o injusto. Los valores desempeñan un papel central en la construcción de las ideologías, y ambos (valores e ideologías) son los puntos de referencia de la evaluación social cultural. Tal como el conocimiento y las actitudes, los valores están ubicados en el dominio de la memoria de las creencias sociales.

Los valores son compartidos, conocidos y aplicados por los miembros sociales en una gran variedad de prácticas y contextos. Obviamente forman la base de todos los procesos de evaluación y, en consecuencia, de opiniones, actitudes e ideologías. Los valores parecen estar organizados por las dimensiones fundamentales de las experiencias cotidianas y la observación, al igual que la acción y organización sociales.

Teóricamente entonces, los valores monitorean las dimensiones evaluativas de las ideologías y las actitudes. O sea, las opiniones sociales básicas se constituyen a partir de los valores cuando se aplicaba a áreas y cuestiones específicas de la sociedad. Los valores seleccionados como primordiales para cada grupo constituyen el punto de referencia para su identidad y autoevaluación frente a otros grupos.

La incorporación ideológica diferenciada de valores, como representaciones cognitivas, no está limitada a conceptos no ambiguos. Un vacío fundamental en todos los enfoques tradicionales y contemporáneos de la teoría de la ideología es que no explican las relaciones entre lo social y lo personal en la realización de las prácticas sociales. Una teoría empírica de la ideología que quiera describir sistemáticamente las prácticas ideológicas también necesita explicar esas diferencias, variaciones, disidencias y contradicciones.

Las ideologías se comparten con otros, las personas la utilizan como modo individual, tal como hace en su conocimiento del lenguaje o las actitudes de su grupo o cultura.Puesto que estos sus y variaciones personales y contextuales tienen propiedades generales, necesitan ser parte de una teoría de las ideologías.

Esas teoría al mismo tiempo explica cómo las ideologías se adquieren gradualmente, se desarrollan y cambian en y por prácticas sociales situadas, y especialmente por el discurso. Puesto que las creencias sociales no son innatas, debemos suponer que las adquieren en forma gradual mediante la percepción social, la interacción y especialmente en los eventos comunicativos. Esto no significa que todos los miembros del grupo tengan "copias" idénticas de las representaciones. Lo que necesitamos es una interfase entre representaciones socialmente compartidas y prácticas personales, o sea, un dispositivo teórico que nos permita conectar la memoria social (semántica) con la memoria personal (episódica) y sus respectivas representaciones.

A pesar de que no se ha efectuado ninguna propuesta teórica sobre la estructura de estos modelos, podemos conjeturar que estas estructuras son capaces de manejar efectivamente la interpretación de los acontecimientos, un proceso en el que las personas están involucradas cientos de veces al día.

Existe un tipo particular de acontecimientos que tiene influencia fundamental sobre el discurso y sus estructuras: el evento comunicativo o situación en que el discurso corriente se produce o recibe. Los modelos mentales de dichos eventos comunicativos serán llamados modelos de contexto. Los modelos de contexto también son especiales porque actúan a su vez como interfase entre modelos de acontecimiento y discurso.

En la teoría sobre la producción y comprensión del discurso, la noción de modelo es especialmente atractiva, puesto que explica la interacción (personal subjetiva) del discurso por parte de los usuarios. En la producción del discurso, el modelo es precisamente el punto inicial para el texto y la conversación: es el conocimiento, la experiencia u opinión personal sobre un acontecimientos. Esto significa que son relativamente independientes con respecto al significado del discurso.

La gente está implicada en la interpretación sobre la marcha de los episodios de sus vidas cotidianas desde el momento en que se despiertan hasta que se duerme (o pierde conciencia). Esto es, no sólo los episodios "reales" mismos los que cumplen un papel en nuestras vidas, sino más bien su interpretación personal o construcción como modelos, o sea, el modo en que se experimentan los episodios.

Además de la subjetividad de la comprensión cotidiana de nuestro entorno, los modelos de experiencia finalmente también explican la noción de conciencia. Estar consciente significa que nos percatamos de nosotros mismos y nuestro entorno, y que estamos activamente construyendo interpretaciones sobre nosotros mismos y ese entorno.

Al igual que con todos los modelos, también los modelos de acontecimientos sobre los que se habla o se escribe presentan especificaciones de conocimientos más generales sobre tales acontecimientos. Es de este modo como las representaciones sociales "concretan" en modelos y en la memoria episódica las representaciones subjetivas.

Hemos construido ahora un extremo de la interfase que vincula las ideologías con las prácticas sociales concretas y el discurso, es decir, los modos en que los miembros sociales individuales representan los acontecimientos, las acciones o situaciones modelos, y cómo los manifiestan, establece o llevan a cabo actos reales discursos. El próximo paso de la teoría es unir los modelos individuales con las representaciones sociales, porque esta es la barrera importante que debemos atravesar, es decir, cómo pasar de lo personal individual a lo compartido o social y viceversa.

Las creencias evaluativas también pueden ejemplificar las creencias socialmente compartidas, o sea las actitudes, por ejemplo, sobre accidentes automovilísticos, tránsito o guerras civiles. Las opiniones personales pueden ser vistas como compartidas por otros y, por lo tanto, se generaliza, como creencias sociales y actitudes. La adquisición y el cambio de las representaciones sociales pueden estar basados igualmente en generalización y abstracción de opiniones en modelos personales. Un problema que ha aparecido a menudo en las discusiones sobre la ideología es si las creencias ideológicas forman un sistema consistente.

El problema con estas observaciones es que, aunque son innegables correctas, no permiten conclusiones firmes sobre las estructuras o contenidos de las ideologías. Las ideologías no deberían ser estudiadas únicamente en contextos aislados o el miembros individuales de un grupo, sino en todos los contextos y en muchos miembros de grupo, aunque podamos argumentar que las expresiones ideológicas variables, como tales, no son la causa de la inconsciencia de las ideologías subyacentes.

Las ideologías son son ingenuas "teorías" básicas de la vida social, cognitiva, y socialmente construidas y, especialmente, sobre grupos y sus relaciones con otros grupos. La enseñanza ideológica, como tal, puede no ser asignatura en la mayor parte de las escuelas, pero tanto en la socialización como en la educación formal, en los usos más recientes de los medios masivos de comunicación y en las conversaciones diarias u otros medios, hay muchos ejemplos de inculpación o aprendizaje ideológico. El sistema evaluativo de miembro individuales se "normaliza" con respecto a las creencias hostiles de grupo, de la comunidad de la cultura como un todo. Como creencias básicas de grupo, las ideologías no están social e históricamente desarrolladas, acumuladas, y transmitidas por todo el grupo, ahora y en el pasado.

En resumen, dadas las distintas restricciones sociales sobre los grupos y las relaciones de grupo, y las experiencias colectivas históricas de sus miembros, podemos concluir provisoriamente que, a nivel de grupo, las ideologías deberían ser relativamente estables y coherentes. En primer lugar, porque las ideologías no siempre están vinculadas inmediatamente al discurso sino usualmente en forma indirecta, esto es, por medio de un conocimiento, de actitudes y modelos personales episódicos más detallados. En segundo lugar, porque tanto las ideologías cuanto las actitudes y el conocimiento, están socialmente compartidos y , por lo tanto "desligados del contexto" en el sentido en que son estables en diferentes situaciones sociales, específicos al micronivel.

La noción tradicional de conciencia desempeña un papel central en las explicaciones tradicionales de las ideologías, especialmente en las combinaciones con su modificador negativo "falsa". Dicha ideología falsa o seriada puede ser el resultado de una mezcla de ignorancia, indiferencia, manipulación, obediencia o preocupación por intereses inmediatos a expensas de intereses estructurales mediatos, tales como la propiedad de los medios de producción o, al menos efectuar planes o tomar decisiones en forma compartida. La noción de "falso" aquí también implica concepciones sobre la verdad o falsedad de las creencias y las ideologías sobre la vida social.

El conocimiento más o menos explícito de las creencias ideológicas de los miembros que se identifican positivamente con un grupo usualmente implica aceptación positiva y la descripción de tales creencias. El conocimiento y la aceptación de las ideologías y sus opiniones deriva por miembros del grupo generalmente implican la aceptación de las ideologías "tal como la describen el grupo mismo".

Un problema relacionado con la definición de (falsa conciencia) y , por lo tanto, de las ideologías, es si la gente que las "tiene" realmente "se da cuenta". Los miembros sociales apenas se dan cuenta de muchas de las representaciones sociales que tienen, y de los modos en que estas controlan sus prácticas sociales y evaluaciones; también las ideologías a menudo simplemente son parte de la vida cotidiana, y se dan por sentadas.

Algunas ideologías pueden hacerse parcialmente explícitas en el discurso cotidiano, por ejemplo, cuando la gente defiende sus propias ideologías o ataca otras. Las ideologías de oposición tenderán a ser más explícitas y conscientes por los miembros del grupo. Las ideologías dominantes tenderán a ser implícitas y negadas o consideradas como naturales por los miembros del grupo. El conocimiento más o menos explícito de la creencias ideológicas de los miembros que se identifican positivamente con un grupo usualmente implica aceptación positiva de tales creencias.

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