28.09 Ricoeur, Ideología e integración – Versión de Darío Cruz

Bitácora de la sesión del 28 de septiembre del 2012
Versión de Ariel Darío Cruz Flores

El tema de la discusión giró en torno a tres puntos sobre las conferencias presentadas por Paul Ricoeur, filósofo francés, en el libro Ideología y Utopía.
  1. La polaridad como rasgo fundamental de la ideología
  2. Panorámica de los tres modos de entender ideología
  3. La función de la ideología para integrar

a. La polaridad como rasgo fundamental de la ideología

El profesor desarrolló la argumentación de Paul Ricoeur con una aclaración muy precisa del autor: la ideología no sólo tiene aspectos negativos, sino también, positivos. Y se refuerzan con el rasgo fundamental de un proceso de polarización. Los aspectos negativos y positivos son, en la ideología, la deformación (la falsa conciencia) y la función integradora, mientras que, en la utopía, son la evasión y la posibilidad de un cambio (el diagnóstico de lo real a partir de lo no-real, esto es, el entendimiento de lo real a partir de las posibilidades). Sin embargo, las formulaciones teóricas no han logrado explicar su funcionamiento y sólo se remiten al origen. Asimismo, existe una distinción entre la utopía, que ha sido considerada como un producto individual, y la ideología como producto social. En ambos sentidos, primero surge el concepto negativo, y sólo después el positivo.

b. Panorámica de los tres modos de entender ideología

A continuación, el profesor expuso el recorrido histórico que Ricoeur realiza acerca de la ideología en distintas acepciones: como falsa conciencia (Marx y postmarxistas), integración (Geertz) y legitimación (Weber).

La acepción de ideología como “falsa conciencia” surge a partir de la teorización de Karl Marx y Friedrich Engels, y se entiende como la inversión de la concepción sobre cómo pasan las cosas. Es a partir del trabajo de Ludwig Feuerbach, cuyo principio de inversión es aplicado a la realidad social. Feuerbach explica que la religión se ha encargado de  voltear la función del sujeto como enunciador de la realidad: el papel de la religión es la subordinación del sujeto respecto al predicado, propiciando la creencia de que es, verdaderamente, el predicado quien enuncia al sujeto. Marx y Engels, por su parte, establecen que las ideas que rigen el comportamiento de la sociedad son producciones humanas que dependen de la praxis.

La ideología como “falsa conciencia” entra en crisis con el pensamiento de Karl Mannheim: la ideología al ser valorativa se convierte en autorreferente. Ricoeur argumenta que no se debe oponer la ideología y la ciencia, sino retomar el concepto del joven Marx (la ideología como oposición a la praxis). Para superar la paradoja de Mannheim, lo importante no es destacar la idea de por qué estamos teniendo una serie de ideas deformadas, sino el hecho mismo de la deformación (cómo llegamos a tener ideas deformadas). Ricoeur destaca la conexión que permiten las ideas entre los sujetos sociales, independientemente de la deformidad de tales ideas. Esto es lo que este autor denomina, a partir de Geertz, la «función simbólica»: toda praxis implica una dimensión simbólica, pues no hay acción que no suponga una creencia. Es por ello que la praxis que genera ideas, a su vez supone ya ideas.

Posteriormente, se prosiguió con el argumento de Ricoeur: No hay que oponer ideología a la ciencia porque lo importante es destacar la deformación en sí, esto es, el cómo llegamos a tener las ideas deformadas. Por lo que surgieron las siguientes cuestiones: ¿cómo es posible que las ideologías sean al mismo tiempo creencias deformadas y cumplan la función integradora de la sociedad? ¿Por qué es capaz la ideología de cumplir el papel de falsa conciencia y de cohesión social?

Ricoeur responderá esta problemática aludiendo a la legitimación. La praxis social implica una serie de creencias, las cuales dan el sentido al actuar de la sociedad, pero una vez afianzadas las creencias compartidas, resultará que funcionan para la justificación de intereses específicos. El proceso de integración legítima, y al hacerlo, deforma. Para que un grupo se consolide, es decir, realice una praxis compartida, es necesario que los sujetos crean en sus funciones o actividades. La fundamentación de la autoridad para Max Weber está en la tradición, el carisma o la legalidad. ¿Cómo se establece la autoridad? Pues mediante la correspondencia entre las creencias de los gobernados y la pretensión de legitimidad de los gobernantes. El modo en el que se legitima la autoridad consiste en la fortaleza de las creencias en la actuación de los sujetos sociales. Es por ello que la ideología empata la dominación y la integración mediante la justificación (legitimación).

c. La función de la ideología como integración

La sospecha supone la existencia de una relación causal. El modelo de la sospecha señala una causalidad entre estructuras y fuerzas y los individuos. Otro modelo, el de la legitimación pretende no ser evaluativo: el énfasis está en las motivaciones, las pretensiones de legitimidad del poder. Un tercer modelo sería el conversacional: para entender las creencias del otro, no es posible considerarlas falsas desde un principio. La actividad de un antropólogo (como Geertz) requiere aceptar los valores de la comunidad que estudia, y de ese modo entender por qué se hace lo que se hace (desde la perspectiva de los participantes).

Ricoeur retoma cinco puntos de Geertz:
  • Toda acción es ya simbólica. Y resulta imposible dejar de ser ideologizado.
  • Hay una comunión entre ideología y retórica, por lo que las ideologías son fundamentales para la acción.
  • Si la ideología supone confrontación, los grupos y pueblos no-modernos tienen nociones preideológicas.
  • La ideología es política o tiene implicaciones políticas.
  • La ideología, entendida como integración, supone un doble espectro de integración en el sentido espacial y temporal, lo que eventualmente devendría en una deformación de los actos fundacionales.


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